En el caso de los sacerdotes, en el proceso de formación se insiste en la importancia de la oración. Al parecer, finalizada la experiencia formativa, paulatinamente se va abandonando la vida de oración, por razones o circunstancias adversas y diversas. En unos casos, la oración en el proceso de formación se vivió con cierta obligatoriedad, no se asumió verdaderamente. Cuentan unos que oraban para perseverar en su vocación, otros para rechazar las tentaciones, otros para estar seguros de sí mismos y otros, para garantizar la fecundidad de su tarea pastoral. Pasado un tiempo de vida pastoral, varios han dejado de verle sentido a la oración, unos se mantienen tibiamente, otros esporádicamente y otros han preferido abandonarla. Aparte de los diversos condicionantes, el problema más sonado es que no tienen o no les queda tiempo para orar, constantemente hay cosas más importantes que realizar. Conviene recordar que en ciertos lugares, la formación inicial en la vida espiritual se concibe, arraiga y se vive, simplemente como una serie de prácticas
religiosas.
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