Jubileo de los Catequistas
15 de noviembre del 2025
Vicarios episcopales, arciprestes, párrocos y sacerdotes.
Delegado episcopal de Catequesis
Catequistas peregrinos de nuestras parroquias diocesanas. Hermanos y hermanas.
¡Doy gracias a Dios por este momento!¡Cuánto bien estáis haciendo en el día a día con vuestro servicio en la catequesis! Gracias por haberos puesto en camino para peregrinar a la Catedral en este Jubileo de la Esperanza, gracias por vuestra generosa entrega, por poneros al servicio de los hermanos y ofrecer a los demás lo mejor de vosotros. Este día nos ayuda a valorar lo que significa caminar juntos. Escuchar la Palabra de Dios juntos y celebrar la fe juntos os ayudará a evangelizar con más fuerza, a transformar esta sociedad materialista con el color de la fe, a actualizar la grandeza de la verdad, de la justicia y la paz, con el deseo de seguir trabajando por ser la comunidad de hermanos, la familia con la que sueña el Señor para nosotros.
Las palabras de Jesús nos comunican cómo Dios contempla el mundo, en cada tiempo y en cada lugar. El Señor mira el corazón de los hombres y, a través de sus ojos, nosotros reconocemos a los hermanos y nos ponemos a su servicio, imitando la generosa entrega de nuestro Señor, que se acercaba a todos, los miraba a la cara y curaba, enseñaba, les servía y abría todos los caminos para la esperanza, poniéndoles delante del Padre.
El Papa Francisco destacó que Dios redime el mundo de todo mal, dando su vida por nuestra salvación. Su acción es el comienzo de nuestra misión, porque nos invita a darnos nosotros mismos por el bien de todos. Fijaos lo que les dijo a los catequistas en el Año de la Misericordia: «El centro, alrededor del cual gira todo, el corazón que late y da vida a todo es el anuncio pascual, el primer anuncio: el Señor Jesús ha resucitado, el Señor Jesús te ama, ha dado su vida por ti; resucitado y vivo, está a tu lado y te espera todos los días».
Vosotros, catequistas de la Diócesis, sois los discípulos de Jesús que os convertís en sus testigos, los que «instruís de viva voz, hacéis resonar las maravillas de Dios». Así expresó el Papa León vuestra tarea: «El catequista es una persona de palabra, una palabra que pronuncia con su propia vida. Por eso los primeros catequistas son nuestros padres, aquellos que hablaron con nosotros primero y nos enseñaron a hablar. Así como aprendimos nuestra lengua materna, del mismo modo el anuncio de la fe no puede delegarse a otros, sino que se realiza allí donde vivimos, principalmente en nuestras casas, alrededor de la mesa. Cuando hay una voz, un gesto, un rostro que lleva a Cristo, la familia experimenta la belleza del Evangelio». El Papa León recurre a san Agustín para recordar la labor esencial de un catequista que tiene la misión de ayudar, incluso a los más ignorantes y les recuerda lo que decía: «Explica cuanto expliques de modo que la persona a la que te diriges, al escucharte crea, creyendo espere y esperando ame» (De catechizandis rudibus, 4, 8).
Una cosa bonita que les dijo el Papa León a los catequistas es que «los catequistas enseñan, dejan un signo interior; cuando educamos en la fe no hacemos un adiestramiento, sino que ponemos en el corazón la palabra de vida, para que produzca frutos de vida buena». ¿No creéis que esta tarea es un espectáculo de la gracia? Los catequistas sois testigos vivos, que enseñáis con vuestra propia vida y transmitís la certeza de que Cristo está vivo, que ama y está presente. Vosotros sois testigos de la fe, de la esperanza y de la caridad. Sois personas de palabra y vuestra vida es la propia predicación, porque Cristo vive en vosotros, está en el centro de vuestra vida.
Amigos y hermanos, os invito a mantener el corazón abierto para descubrir la acción de Dios en la historia, como una inteligencia del corazón que se manifiesta especialmente en los humildes.
+ José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena

