Encuentra tu camino bajo la acción del Espíritu

Carta pastoral del Obispo de Cádiz y Ceuta con motivo del XIV Encuentro Diocesano de Juventud. Mis queridos jóvenes:

Todos sabéis que os he escrito muchas cartas durante el tiempo que llevo con vosotros. Hoy os escribo una más, y en ella quiero recordaros que un Amigo ha muerto por ti,  a fin de que “encuentres tu camino, bajo la acción del Espíritu Santo”, como indica el lema del próximo Encuentro Diocesano de Juventud.

1. AMIGO, con mayúsculas

Este AMIGO es llamado Jesús de Nazaret y ha entregado su vida por ti. Nunca has tenido un amigo mejor y jamás lo tendrás. Este amigo tuyo era inocente y los hombres lo mataron por odio. Él asumió la muerte con una inmensa voluntad de amor y de ofrenda, para convertirse para toda la humanidad en fuente inagotable de reconciliación con Dios.

2. Él te amó y se entregó por ti

Jesús de Nazaret murió por todos, pero también por unas personas concretas, por ti y por mi. Al entregar su vida por ti y por mi, nos conocía a cada uno por nuestro nombre e íntimamente. Así, en la cruz, Él te veía y oraba por ti. “Él te amó y se entregó por ti” (cf. Gál 2,20), y en la muerte en cruz nos entregó su Espíritu.

3. Este amigo ha resucitado y vive para siempre

El amigo que ha muerto por ti es mucho más que un recuerdo. Está vivo. Ha resucitado. Dios nos lo ha devuelto: glorificado, presente, alma de nuestra alma, insuflándonos su Espíritu. Él desea poseer en plenitud tu corazón, en el que mora, para entregarse plenamente. Permanece en mi y yo en ti (cf. Jn 15,4), te está diciendo. Quiero hacer en ti mi morada (cf. Jn 14,23), déjame amar en ti, déjame entregarme por medio de tus manos, déjame hablar por tu boca, déjame orar en ti y por medio de ti.

4. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Tienes, querido joven, quienquiera que seas, que identificarte con Jesús,  tu amigo. Tienes que decirle que te gustaría encontrar el camino de tu vida.

El verdadero conocimiento de Jesús te revitalizará y lo revitalizará todo: Cristo no tiene un premio, porque Él mismo es el premio.

Es, pues, muy importante, entonces, que estudies a este divino modelo para identificarte con Él hasta tal punto, que pueda reproducirte incesantemente ante la acción del Espíritu. Y, en primer lugar debes tener presente las palabras de Jesús. ¿Qué dice Jesús al entrar en el mundo? “Aquí estoy, oh Padre,  para hacer tu voluntad” (Hb 10,9). Pienso que esta oración debería ser algo así como el latido del corazón de cada joven y gritar unánimemente: “Aquí estamos, oh Padre, para hacer tu voluntad”.

¡Qué sincero fue el Maestro en su primera oblación! Toda su vida no fue, por así decirlo, más que una consecuencia de esto. Su alimento es hacer la voluntad del que le ha enviado (cf. Jn 3,38). Ese debe de ser también el alimento para el camino de cada joven. Pero, ¿cómo descubrirlo? Encuentra tu camino, bajo la acción del Espíritu Santo.

Te invito y señalo un posible itinerario. No olvides que el Espíritu Santo que se nos da, nos hace ser personas resucitadas, llenas de paz, perdón y vida. Bajo la acción del Espíritu Santo los discípulos de todos los tiempos encuentran su camino. ¡Inténtalo tú!

La comunicación del Espíritu Santo es la gran promesa de Jesús. Por el don del Espíritu Santo quedamos, como Él, incorporados a la órbita de Dios, al mundo de la filiación y del amor, al mundo de la comunión y de la santificación. El Espíritu sostiene a Jesús en su muerte y glorifica su carne en la resurrección de los muertos.

5. Descubre tu camino

El Espíritu Santo es el gran artista que ha cincelado a Jesucristo. Podemos decir que Jesucristo es la obra maestra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo tiene en la Iglesia la tarea de realizar en los miembros de Jesús lo que hizo con Jesús.

Tú, querido joven, eres un miembro de esta Iglesia Diocesana de Cádiz y Ceuta y el Espíritu Santo realiza en ti la obra y la tarea a fin de que descubras tu camino. Tu actitud fundamental ha de ser como la de Jesús: “Aquí estoy, oh Padre, para hacer tu voluntad”.

Tú, querido joven, debes pedir luz al Espíritu Santo para que te haga comprender el sentido de tu camino. Posiblemente, te encuentres en una encrucijada de caminos. Debes descubrir el tuyo, el que Dios quiere para ti.

6. ¿Qué será de mi? Bajo la acción del Espíritu Santo descubre tu camino

No olvides que el Espíritu Santo es aquel que te comunica el gusto y la comprensión para las cosas del Reino de Dios. Él te hace descubrir tu camino de Hijo de Dios y de fraternidad. Tú eres Hijo en el Hijo y hermano en el hermano mayor, que es Cristo. El Espíritu Santo no sólo te conduce a que tengas la experiencia muy rica de Dios como Padre sino que también tengas una experiencia muy humana de los valores del Reino: la pobreza, la fraternidad, la filiación, la sencillez evangélica, la fidelidad al Evangelio.

La labor del Espíritu Santo, que te conduce, estriba en darte a conocer el sabor paradójico por estos valores del Reino. Sabor que contrasta, muchas veces, con la filosofía humana, la filosofía del mundo. A la luz de la acción del Espíritu sorprende que te preguntes: ¿qué será de mi vida? Bajo la acción del Espíritu Santo descubre tu camino.

7. La fuerza para el camino viene del Espíritu Santo

El Espíritu Santo como Espíritu de coraje y de fortaleza te hace descubrir tu camino de valentía frente al miedo. La fuerza de la unión, de coraje y fortaleza, no nace de las entrañas de la persona, sino que ha sido sembrada en esas entrañas por el Espíritu Santo. La fuerza de tantos y tantos jóvenes que han encontrado su camino viene de la acción del Espíritu Santo. Este Espíritu de coraje es necesario hoy a todos los niveles de la Iglesia: universal, local, comunitaria, familiar e individual.
   
En nuestro camino necesitamos la fuerza del Espíritu de coraje y valentía para abordar todos los días la lucha diaria, en nosotros mismos, en nuestro trabajo, en nuestro camino evangélico y vocacional. No consentiremos que el mal sea más fuerte que el bien; que la costumbre sea más fuerte que la novedad del Espíritu; que la rutina sea más fuerte que la inquietud apostólica; que el instalamiento sea más fuerte que la inquietud que nos conduce a ser cada día más fieles al Espíritu. También necesitamos coraje para buscar nuevos caminos que hacen futuro, para transformar nuestras obras, para renovarlas, para enderezarlas, para acomodar nuestras obras al Evangelio y a las nuevas necesidades de la sociedad en la que vivimos.

8. Vivir tu camino con alegría

El Espíritu Santo que es Espíritu de alegría hace que descubras y vivas tu camino con alegría. El Espíritu Santo allí
en donde se hace presente siembra la alegría. Los jóvenes viven hoy muy machacados. Los jóvenes, incluso aquellos que viven mejor económicamente, sufren por otros motivos. Los jóvenes, a veces, sufren porque las relaciones humanas se están haciendo muy difíciles, en el trabajo y en la familia. Se busca tener más y gozar más y, cuando se busca ansiosamente, la única salida es la decepción.

El Espíritu tiene que ser en tu camino un Espíritu de alegría. Y tiene como función regar el camino de nuestra vida personal, eclesial y de grupo, con alegría. Tú, joven, tienes en tu camino la misión de vivir y transmitir la alegría del Resucitado, regalada por el Espíritu de Cristo Resucitado. “Un santo triste -dice el refrán- es un triste santo”.

Te recuerdo que la alegría siempre viene de estos factores: vivimos tanto más alegres cuanto más libres somos, más entregados somos, y más esperanza tenemos de futuro. He aquí tres fuentes de alegría. Tres fuentes que se recogen en un único manantial, que es el camino de la vida entregada a Dios en el Resucitado. En tu camino, vive siempre alegre, aunque el Espíritu Santo y su acción es siempre sorprendente; siempre desconcertante; desborda los programas y hace estallar lo imprevisto… Engendra siempre en el corazón lo nuevo de lo viejo. Lo dice el Evangelio de San Juan: “El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a donde va. Así es todo el que nace del Espíritu” (cf. Jn 3,8). Nunca sabemos sus planes. Y si el Espíritu es imprevisible y desconcertante, tenemos que verle siempre y en todo.

 9. “Hágase en mí según tu palabra”

María dijo: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).  Tu amigo ha muerto por ti. No te quedes solo en él. Allí está Jesús. Allí está María, que se mantuvo fiel al pie de la Cruz. Sujétate a su mano. Y junto a ellos, ante cualquier trabajo, ante cualquier sufrimiento, ante cualquier alegría, atrévete a repetir: ¡Padre, aquí estoy!  Tu gracia está en mí. 

10.  Varias sugerencias para orar en el camino

– Acoger al espíritu. Sentir el soplo de Jesús y escuchar sus palabras: “Recibid el Espíritu Santo”. Moverme, desinstalarme, hacerle hueco, escuchar su aliento…

– Aprender a vivir como persona resucitada. Es decir, en libertad. La voluntad de Dios es nuestra paz. Para ello dejar que Jesús entre y se ponga en medio de tu vida; enseñar y dar; alegrarse con los demás, caminar y convivir, transmitir paz y dejar hacer a Dios en mi vida.

– Dar gracias por tener la misma misión que Jesús. Por ser continuador de su obra, por ser dador de paz, por esta capacidad de alegrar y liberar.

Queridos jóvenes, como en años anteriores, espero que podamos encontrarnos en el XIV Encuentro D. de Juventud, que tendrá lugar los días 19 y 20 de abril en Vejer de la Frontera.

Os deseo una feliz Pascua de Resurrección 2008 a vosotros jóvenes, y también a todos aquellos que lean esta carta.

Reza por vosotros, os quiere y bendice,

+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta

Cádiz, 26 de marzo de 2008

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