Día de la Iglesia diocesana

Celebramos este año el Día de la Iglesia Diocesana con el lema “Gracias por tanto”. Nos recuerda, ante todo, la importancia de dar gracias a Dios por su Iglesia y por contar con cada uno de nosotros. Somos Pueblo de Dios presente en la sociedad para ser sacramento universal de salvación, abrazo de Dios al mundo entero, donde también hay sitio para los últimos, los pobres y migrantes, los excluidos.

En España, la Iglesia está presente en 70 diócesis presididas por un obispo o arzobispo. A estas diócesis pertenecen actualmente las 22.988 parroquias que son atendidas por más de 16.500 sacerdotes, junto con otras realidades diocesanas. Las Órdenes y Congregaciones Religiosas, sus casas, los monasterios y el resto de las formas de vida consagrada, junto con las más de 13.443 entidades religiosas inscritas en el Registro de Entidades Religiosas (cofradías, hermandades, asociaciones, fundaciones, movimientos …) completan el mapa de las realidades de la Iglesia en España, una Iglesia que formamos muchos millones de católicos que contribuimos con nuestro testimonio, dedicación y trabajo a hacer presente el mensaje del Evangelio en la sociedad y el fruto de nuestra vida cristiana en la entrega a los demás.

Esta ingente labor no es patrimonio de unos pocos, sino que la misión apostólica está inscrita en cada cristiano por el Bautismo, y es compartida por todo hombre y mujer de buena voluntad que, abierto a la cooperación con las diversas instituciones, colabora al bien común de la sociedad. Por todo ello nuestra gratitud ha de llegar a todos. Es el momento de decir: ¡gracias!

En esta jornada os invito a orar por la Iglesia, por nuestra diócesis y por cada parroquia, y a colaborar donde vuestra labor pueda ser necesaria, por pequeña que ésta sea, en la catequesis, liturgia, caridad, servicio… Juntos hacemos que una comunidad sea viva, comprometida, apasionada por Jesucristo y entregada a los demás. Colaboremos para hacer nuestras comunidades más comprometidas, más cercanas, estando más unidos entre nosotros y con Dios, como nos está pidiendo el Papa Francisco a lo largo del reciente proceso sinodal. Escuchando la voz de Dios seremos sus testigos y llegaremos a todos. Ciertamente esto supone una participación en la que cada uno aporte según sus posibilidades y sus circunstancias: con su tiempo, con sus cualidades, con su oración, con su donativo.

Gracias a tantos acontecimientos a nivel eclesial estamos más convencidos y preparados para evangelizar unidos, trabajando en equipo, con más posibilidades de llevar a cabo la misión que nos ha confiado el Señor, algo que solamente podemos hacer desde la gratitud por la acción de Dios a través de su Iglesia, dando testimonio de fe, avivando el celo pastoral, abriéndonos a la gracia de Dios y uniendo nuestros esfuerzos, poniendo lo que somos al servicio de los otros y en la Iglesia.

Seamos agradecidos por el don de la Iglesia, por su vida y por su acción, y vivamos esta jornada como una fiesta de “esta gran familia” que quiere ponerse al servicio de los demás y contribuir para hacer de cada parroquia un espacio de cercanía y compromiso, porque, si miramos la vida con los ojos de Dios, vemos a tantas personas, en tantas circunstancias, y tantas situaciones que necesitan del amor de Dios y de nosotros. ¡Qué alegría poder colaborar! Es una gran satisfacción hacer el bien y contribuir con lo que somos y tenemos aportando lo mejor para que salga adelante el servicio, testimonio y consuelo de la Iglesia. Por todo ello, gracias.

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