60 aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II y el 30º aniversario de la publicación del catecismo de la Iglesia Católica

Hace 60 años arrancaba el Concilio Vaticano II convocado por el papa Juan XIII. Lo ha celebrado en Roma el Papa Francisco con una Misa el pasado día 11, recordando aquella histórica convocatoria que se prolongó durante tres años y que San Pablo VI culminó y comenzó a aplicar, entre otras medidas, con una reforma litúrgica de gran calado que limitaría la misa de espaldas al pueblo y en latín, el desarrollo de la Doctrina Social de la Iglesia y el diálogo interreligioso. El Concilio Vaticano II ha sido la mayor reunión de obispos jamás celebrada. En cada una de sus cuatro sesiones, participaron la práctica totalidad del episcopado mundial, unos 2.500. Convocado por Juan XXIII con la idea de «abrir las ventanas de la Iglesia para que podamos ver hacia afuera y los fieles puedan ver hacia el interior», su sucesor Pablo VI lo estructuró en torno a dos grandes bloques temáticos: cómo la Iglesia se entiende a sí misma, y cómo ve a la sociedad. Como resultado, se concluyó con dos constituciones dogmáticas que siguen siendo fundamentales en el día a día de la Iglesia católica, una sobre la Iglesia, la «Lumen Gentium», de 1964; y otra sobre sus relaciones con el mundo, la «Gaudium et Spes», de 1965.

Aquel “Nuevo Pentecostés” –como fue descrito— aún no ha llegado a desarrollar plenamente su reforma en la que tan empeñado está nuestro pontífice. El Papa Francisco ha solicitado a la Iglesia que «vuelva a dar la primacía a lo esencial», como concluyó el Concilio Vaticano II. Se trata de ser «una Iglesia que esté loca de amor por Dios y por las personas», que no cae en la «tentación de anteponer nuestras agendas al Evangelio», «una Iglesia enamorada de Jesús», alejada de críticas y polémicas. Insistiendo en la unidad ha pedido «no caer en la tentación de la polarización» y que «nos reconozcamos todos hijos humildes y agradecidos de la santa Madre Iglesia». El Vaticano II nació del deseo de un renovado anuncio del Evangelio en el mundo, un camino que abría para la Iglesia una nueva etapa misionera. El 60 aniversario de la inauguración del Concilio Vaticano II es una ocasión privilegiada para dar gracias a Dios y para retomar, personal y comunitariamente, la lectura de sus enseñanzas.

Tampoco hemos de olvidar uno de sus frutos más importantes: el Catecismo de la Iglesia católica, al que se refirió San Juan Pablo II como una muestra de «la sinfonía de la fe». Hemos celebrado simultáneamente los 30 años de su publicación y los 60 años del inicio del Concilio, lo que subraya la íntima conexión entre el catecismo y el Concilio. El Concilio se propuso escribir «un catecismo o compendio de toda la doctrina católica» sobre fe y moral, que fuera «punto de referencia» para «custodiar y explicar mejor el precioso depósito de la doctrina católica, para hacerlo más accesible a los fieles y a todos los hombres de buena voluntad». El catecismo muestra la fuerza y la belleza de la doctrina de la fe y tiene la osadía de ser el compendio de fe y de las costumbres de toda la Iglesia. Es «un instrumento no tanto —ni solo— de seguridad doctrinal sino también de comunión eclesial, para la única fe de todos, la única esperanza con todos, y la única caridad para todos.» Os invito a leerlo, consultarlo, meditarlo. Os ayudará a conocer al Señor y su doctrina, a crecer en sabiduría cristiana y a evangelizar.

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