Más de un centenar de jóvenes recibieron la confirmación en la Catedral de Cádiz

Diócesis de Cádiz-Ceuta
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La diócesis de Cádiz y Ceuta es el resultado de la unión de la Gadicensis y Septensis bajo un único obispo titular, proceso que se inició en 1857 y culminó en 1933. Es sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla y no tiene enclaves territoriales en otras diócesis ni de otras en su demarcación.

Más de un centenar de jóvenes de parroquias y colegios de la diócesis se congregaron en la tarde de ayer para la recepción del sacramento de la confirmación, para unirse en una celebración en la Santa y Apostólica Iglesia Catedral de Cádiz, para que todos juntos, como iglesia diocesana, como comunidad de creyentes, acompañaran a los catecúmenos que iban a recibir el Espíritu Santo.

La celebración resultó ser una explosión de fe, como cuando los apóstoles recibieron los dones del Espíritu Santo. La Eucaristía estuvo presidida por Mons. Rafael Zornoza, y concelebrada por el Vicario General el p. Óscar González Esparragosa, el Canciller el p. Cristóbal Flor y el párroco de la Castrense de Cádiz, el p. César Sarmiento.

El obispo diocesano mencionaba a esos jóvenes en su homilía que ya les había llegado el momento de confirmarse, pero que este no es el final del camino, sino justamente todo lo contrario: «Nos ponemos en forma espiritualmente para calentar motores, sobre todo el afecto del corazón, para abrirnos a un regalo inmerecido de Dios, que nos ayude a realizar en nosotros una obra preciosa, que es la finalidad por la que Jesús ha venido a salvarnos. Unidos a Dios en una comunión profundísima de afecto, paternal… Para que entremos en esa relación, en la confirmación entendemos que llega el momento de una cierta madurez por así decirlo. Una madurez en la fe. Aquí estáis personas de edades muy distintas, y a veces los jovenzuelos pensáis que ser maduro es por la edad, pero en la vida de la fe no es así. Recordar a Carlo Acutis que será canonizado próximamente».

Una catedral abarrotada entre confirmando, padrinos, familiares y amigos a los que el prelado en su homilía invitaba, y en especial a los confimandos, a testimoniar en la calle, a expresar la fortaleza de la fe en medio del mundo.

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