En el marco de la celebración del Año Jubilar de la Esperanza, todas las diócesis del mundo han dado inicio a este tiempo especial de gracia, renovación espiritual y alegría en el Señor. Y, coincidiendo con la solemnidad de la Sagrada Familia, la Diócesis de Cádiz y Ceuta ha vivido con intensidad la apertura de este Año Jubilar, con las aperturas de las Puerta Santas tanto en Cádiz como en Ceuta.
El Obispo diocesano ha presidido la celebración eucarística en la Catedral, donde tuvo lugar la apertura de su Puerta Santa marcando el inicio oficial de este Jubileo en la diócesis. En su homilía, el Obispo destacó que «este Jubileo quiere animar la fe de los cristianos de todos nosotros que por el bautismo vivimos las virtudes teologales para abundar en el gozo de Dios y en los frutos divinos, y llegar a ser portadores de la Buena Noticia de la salvación que es Cristo mismo, cimiento firme de nuestra confianza. Después de la apertura en Roma en Navidad, nos corresponde ahora a nosotros abrirlo en la diócesis, por lo tanto os agradezco de todo corazón vuestra presencia aquí. El Jubileo es un año de gracia, un camino, una peregrinación de esperanza».
«Es preciso -continuaba el prelado- reavivar la esperanza y ofrecer signos de esperanza sabiendo atender a todo lo bueno que hay en el mundo, signos de paz en medio de la guerra. Signos de esperanza también para los enfermos, los débiles, los presos, para los ancianos, inmigrantes, pobres, signos que van unidos a invitaciones apremiantes hacia la bondad y la vida».
«El tiempo de Navidad es un tiempo de especial alegría, lo cantamos en los villancicos y resuena en toda la Iglesia y resuena también en medio del sufrimiento. Entremos pues, por la puerta del nacimiento del Señor que nos llena de satisfacción porque el Verbo se hizo hombre. Por todo ello, os anuncio con gran alegría que Dios os ama y comparto este júbilo con todos vosotros. Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».
Simultáneamente, el Vicario de Ceuta, el padre Francisco J. Fernández Alcedo, presidió la misa solemne en en Santuario de Santa María de África. En su homilía el p. Francisco destacaba que «Fue el Papa San Juan Pablo II quien concedió en el Jubileo del Año 2000 el privilegio de prolongar el Jubileo de Roma a todas las Diócesis. La vivencia del año jubilar es una invitación a fortalecer los lazos de amor en nuestras relaciones y a reconocer la dignidad de cada persona. La Sagrada Familia de Nazaret nos muestra el camino para que las familias sean verdaderamente fuente de esperanza y testigos de la misericordia de Dios, que no se cansa de perdonar y renovar todas las cosas. En este tiempo de gracia, es fundamental que, con la ayuda de Jesús, nos esforcemos por restaurar la confianza y el respeto mutuo, comenzando por el seno del hogar».
Templos Jubilares en la Diócesis de Cádiz y Ceuta
Durante este Año Jubilar, los fieles podrán obtener indulgencias plenarias al peregrinar a cualquiera de los templos jubilares designados en la diócesis:
- Catedral de Cádiz
- Santuario de Nuestra Señora del Rosario (Convento de Santo Domingo, Cádiz)
- Santuario de María Auxiliadora (Cádiz)
- Santuario de Nuestra Señora de la Oliva (Vejer de la Frontera)
- Santuario de Nuestra Señora de los Santos (Alcalá de los Gazules)
- Santuario de Nuestra Señora de la Luz (Tarifa)
- Parroquia-Santuario de Nuestra Señora de la Palma (Algeciras)
- Parroquia-Santuario del Sagrado Corazón de Jesús (La Línea de la Concepción)
- Parroquia-Santuario de la Inmaculada (La Línea de la Concepción)
- Parroquia-Santuario de la Reina de los Ángeles (Jimena de la Frontera)
- Parroquia-Santuario de Santa María de África (Ceuta).
Un mensaje de renovación desde el Vaticano
Desde el Vaticano, el Papa ha animado a todos los fieles a vivir este Año Jubilar con un espíritu de auténtica conversión y renovación espiritual. «El Jubileo de la Esperanza nos invita a redescubrir la alegría del encuentro con el Señor y a comprometernos en la transformación del mundo, para que este llegue a ser realmente un mundo jubilar, lleno de misericordia y justicia. Un Año Santo caracterizado por la esperanza que no declina, la esperanza en Dios. Que nos ayudará también a recuperar la confianza necesaria —tanto en la Iglesia como en la sociedad— en los vínculos interpersonales, en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de toda persona y en el respeto de la creación. Que el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva (cf. 2 P 3,13), donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos, orientados hacia el cumplimiento de la promesa del Señor».