Inauguración Oficial del Curso Académico 2012-2013 del Seminario Diocesano

Diócesis de Cádiz-Ceuta
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La diócesis de Cádiz y Ceuta es el resultado de la unión de la Gadicensis y Septensis bajo un único obispo titular, proceso que se inició en 1857 y culminó en 1933. Es sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla y no tiene enclaves territoriales en otras diócesis ni de otras en su demarcación.

El 15 de octubre, fiesta de santa Teresa de Jesús, tuvo lugar la inauguración oficial del curso académico 2012-2013 del Seminario Diocesano «San Bartolomé». Comenzó la jornada con el acto académico en el salón de actos, presidido por D. Rafael Zornoza Boy, Obispo Diocesano; por D. José Manuel Daza Tello, Rector y por D. Agustín Borrel García, Jefe de Estudios del Seminario, quien tras las palabras de apertura del Obispo leyó la memoria del curso 2011-2012. A continuación D. Juan Ignacio Rodríguez Trillo, Secretariado de la Subcomisión Episcopal de Catequesis de la Conferencia Episcopal Española, pronunció el discurso de apertura del curso 2012-2013 con el título «Los 20 años del Catecismo de la Iglesia Católica, su recepción en España y en el Magisterio de la Conferencia Episcopal Española».

Después tuvo lugar la celebración de la Santa Misa en la capilla mayor del Seminario presidida por el Sr. Obispo, D. Rafael Zornoza Boy, en la que concelebraron numerosos sacerdotes y a la que acudieron los seminaristas y profesores del Seminario. En la misma, los formadores y profesores hicieron la solemne profesión de fe.

Síntesis de las palabras de apertura de Mons. Zornoza

Al principio del acto académico, el Sr. Obispo, dio por inaugurado el curso académico 2012-2013 expresando entre otros conceptos: «Comenzamos un curso lleno de acontecimientos en la vida de la Iglesia que nos van a marcar profundamente. Por sobre todo la apertura del Año de la Fe que a lo largo de este curso nos dará una serie de impulsos y motivaciones -que según las iniciativas de la Santa Sede y de las orientaciones diocesanas, a través de la Delegación del Año de la Fe-, será una brecha que se abre y que tiene que configurar un estilo nuevo en la vida de la Iglesia. Yo creo que todos prevemos que a continuación del Año de la fe el Santo Padre nos va a invitar a realizar una Nueva Evangelización más viva, más eficaz, más decidida, como resultado del esfuerzo de renovarnos interiormente.

En este nuevo curso recordamos los 50 años del inicio del Concilio Vaticano II y volvemos a esa fuente tan copiosa de vitalidad para la vida de la Iglesia. Nuestros años no son los años del Concilio, nuestra sociedad y la manera de presentar el Evangelio -por lo menos en occidente- ha cambiado de una manera significativa. Por todo esto, nuestro Centro de Teología para formar a sus propios sacerdotes no es insensible a este movimiento tan profundo. Todos los estudios que se impartirán durante este curso tendrán el desafío de buscar en estas fuentes conciliares, profundamente bíblicas y patrísticas, la fuerza y el impulso que necesitamos para poder transmitir la fe con nuevo impulso y renovado vigor. En los claustros académicos es tiempo ya de dejar de lado las discusiones estériles, los estudios poco eficaces a la hora de conocer a Dios y a nosotros mismos, para aceptar desde la verdad revelada a Cristo y a su Iglesia.

Otro aspecto que marca a fuego el presente curso es el Doctorado de san Juan de Ávila. Él será la fuente, en sus escritos y predicaciones, en su arraigada espiritualidad y en su celo apostólico, donde buscar y encontrar muchas de estas características que la Iglesia nos invita a formarnos en este tiempo de Nueva Evangelización en el Año de la Fe.

Vivimos en un horizonte de «emergencia educativa» de esto ya viene hablando hace tiempo el Santo Padre de una manera eficiente que nos hace comprender a todos la urgencia de educar. Entonces en este claustro académico del seminario donde los alumnos son «educandos», tenemos que aprender a superar la fragmentación profunda que vive nuestra cultura contemporánea para puedan ser el día de mañana verdaderos «educadores», para poder llevar al hombre de hoy la vida nueva de Cristo y su Evangelio, teniendo el desafío de adquirir una profunda sabiduría en esa búsqueda de la Verdad».

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