El Círculo de Silencio tuvo presente al Padre Gabriel y a las 2.000 personas fallecidas este año en el Mediterráneo

Diócesis de Cádiz-Ceuta
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La diócesis de Cádiz y Ceuta es el resultado de la unión de la Gadicensis y Septensis bajo un único obispo titular, proceso que se inició en 1857 y culminó en 1933. Es sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla y no tiene enclaves territoriales en otras diócesis ni de otras en su demarcación.

El Círculo de Silencio, que organiza la Mesa Diocesana de Atención y Acogida de Migrantes y Refugiados de Cádiz y Ceuta, vivió en su convocatoria del mes de diciembre un momento cargado de fuertes sentimientos y muchas connotaciones especiales.

En primer lugar, porque se tuvo presente, como muestra de reconocimiento y cariño, al Padre Gabriel Delgado, que nos dejaba el pasado 12 de noviembre. Gabriel fue desde el año 1994 director del Secretariado Diocesano de Migraciones de nuestra diócesis, cargo que desempeñó con entrega, volcado en defender los derechos de los migrantes, trabajando sin descanso por su integración en nuestra sociedad.

Por otro lado, con motivo de la celebración, el próximo 18 de diciembre, del Día Internacional del Migrante, proclamado por la ONU en el año 2001, se recordó que el derecho a migrar es uno de los contemplados en la Declaración de los Derechos Humanos. “Esta Declaración Universal no habla de impedir las migraciones, sino de posibilitar las condiciones para que nadie se vea forzado u obligado a salir de su tierra”.

A través de la lectura de un manifiesto, aseguraron que la actual situación económica, europea y mundial, y las condiciones de guerra y ausencia de derechos de tantas zonas de nuestro planeta, reclaman y hacen urgente la necesidad de la cooperación internacional para hacer frente de manera integral a los desafíos de la migración con pleno respeto a los derechos humanos. “Estamos viendo cómo en los últimos años la vulnerabilidad de las personas migrantes lejos de reducirse ha ido creciendo y multiplicándose”.

Asimismo, afirmaron que desde hace años el Mediterráneo está siendo escenario de tragedias por las tentativas para llegar a Europa de personas provenientes de África, Oriente Medio y Asia. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), unas 1.917 personas habrían perdido la vida en este año 2021 en el Mediterráneo. Personas que sólo aspiraban a mejorar sus condiciones de vida o que, directamente, huían de la muerte.

De esta manera, exigieron la adopción de medidas que eviten las muertes y las causas que originan las migraciones forzosas. “Es cada vez más necesaria la ejecución de políticas racionales de gestión de fronteras y el rechazo al trato de las personas migrantes como delincuentes; a la concentración de los refugiados en campos en los que escasean condiciones mínimas de respeto a sus derechos; a la proliferación de vallas, alambradas, concertinas; y a las ‘devoluciones en caliente’. Es vergonzoso tener que recordar a los Estados que deben respetar el ordenamiento jurídico y el derecho internacional. Ya es hora de que los dirigentes de todos los países reconozcan la movilidad humana como uno de los mayores retos de nuestro tiempo y estén dispuestos a sumar sinergias para ofrecer respuestas positivas tanto para los migrantes como para los países de origen, de transito y de destino”.

Así, se puso como ejemplo a los miles de hombres, mujeres y niños que se encuentran atrapados en la frontera entre Bielorrusia y Polonia, que están sufriendo hambre, frío y muerte.

Con todo ello, se dio paso al tiempo de silencio para denunciar todo lo que está ocurriendo y simbolizar el grito de los inmigrantes y refugiados que sufren en el mar, en los campos de refugiados, en los desiertos y en las fronteras. “Aprovechando la cercana celebración del Día Internacional del Migrante y del Nacimiento de Jesús, queremos reclamar desde nuestro Círculo de Silencio el derecho de los migrantes y refugiados a ser acogidos y a vivir en un lugar digno y no en ‘pesebres’. Ahora que se aproximan las fiestas navideñas, días en que estaremos ocupados con preparativos, comidas, regalos, etc., sirva también este acto simbólico para recordarnos que en estos días miles de personas seguirán huyendo de conflictos, torturas y penurias. Que cientos de personas se jugarán la vida en las fronteras creadas por el hombre en busca de una oportunidad que le fue negada injustamente. Que las luces y la alegría de estas fiestas no apaguen la voz de los que sufren. Que el amor y la justicia que pronto se hará hombre, sea repartido a todos los hombre y mujeres del mundo”.

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