PALABRA DE VIDA. Monseñor José Rico Pavés : “La ascensión de Jesucristo fortalece nuestra esperanza, porque el Señor cumple sus promesas”

Diócesis de Asidonia-Jerez
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La diócesis de Asidonia-Jerez, conocida también simplemente por diócesis de Jerez, ​ es una jurisdicción de la Iglesia católica de España que comprende el norte de la provincia de Cádiz, tomando como límite y frontera natural el curso del río Guadalete.
Jesús asciende ante el asombro de los ángeles a lo más alto del cielo. Así lo proclama la liturgia de la Solemnidad de la Ascensión del Señor. No falta razón a quienes, en la antigüedad cristiana, se refieren a la Liturgia como “vida del cielo en la tierra”. ¿Cómo podríamos conocer el asombro de los ángeles si el cielo no hubiera entrado en la tierra? La Ascensión del Señor es fiesta de victoria, de esperanza y de alegría exultante. Lo que asombra a los ángeles, llena de vida a los hombres.

     La ascensión de Jesucristo es ya nuestra victoria, porque, donde nos ha precedido Él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo.

La ascensión de Jesucristo fortalece nuestra esperanza, porque el Señor cumple sus promesas. Su fidelidad sostiene nuestra espera: el que ha comenzado en nosotros la obra buena, también la llevará a término. Anterior a la ascensión es la misión: los discípulos predicarán la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos en nombre del Señor. Jesús convierte a los suyos en portadores de esperanza. Para los discípulos de Jesucristo, esperar significa actuar en su nombre.

La ascensión de Jesucristo llena a los discípulos de gran alegría. Extraña paradoja: el Maestro se aleja para permanecer de una forma nueva. No se llora la ausencia de quien se queda. Se celebra el gozo de la nueva presencia. La promesa del Paráclito es cierta. No hay abandono sino precedencia. Donde está la cabeza estarán los miembros. Jesús se separa mientras bendice a los suyos y los discípulos se postran ante Él. La alegría necesita adoración y reconocimiento. Jesucristo, habiendo entrado una vez por todas en el santuario del cielo, intercede sin cesar por nosotros como el mediador que nos asegura permanentemente la efusión del Espíritu Santo. Así, por el sacerdocio eterno de Cristo el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, que no esconden su asombro.

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

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