Monseñor José Rico Pavés : «la Santa Misa del 21 de enero, Domingo de la Palabra de Dios, tenemos enseñanzas de vida que nos permitirán fortalecer el amor a Dios y al prójimo, y ver frutos de unidad».
El 30 de septiembre del año 2019, anticipándose a la conmemoración en el año siguiente del décimo sexto centenario de la muerte de San Jerónimo, el Papa Francisco instituyó el Domingo de la Palabra de Dios, fijando su celebración anual el tercer domingo del tiempo ordinario. El 21 de enero somos invitados con toda la Iglesia Católica a la celebración de esta Jornada que este año tiene como lema la afirmación de Jesús transmitida por el evangelista san Juan: Permaneced en mi Palabra (Jn 8, 31). El objetivo del Domingo de la Palabra de Dios, tal como fue establecido por el Papa, es celebrar, reflexionar y divulgar la Palabra de Dios. Al celebrar la Jornada el primer día de la semana, somos especialmente invitados a alcanzar ese objetivo en la celebración de la Misa dominical, donde Cristo mismo sale a nuestro encuentro en su Palabra, proclamada viva en la Liturgia, y en la Comunión eucarística. Percibir que en la celebración litúrgica es el Señor mismo quien dirige su palabra a cada uno, comunicándole aquello que en cada momento está necesitando escuchar, es fundamental para avanzar en la vida cristiana.
Además, el Domingo de la Palabra de Dios tiene lugar en el marco más amplio de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que se desarrolla del día 18 al 25 de enero. El texto bíblico que inspira este año la semana en la que los cristianos de todas las confesiones unimos nuestras voces para pedir la unidad de todos los seguidores de Cristo en la única Iglesia que Él fundó está tomado del evangelio de san Lucas, en el pasaje en el que un maestro de la ley, que preguntó a Jesús para ponerlo a prueba, qué tenía que hacer para alcanzar la vida eterna, recibió como respuesta una pregunta de Jesús sobre lo que está escrito en la ley. El maestro respondió demostrando conocer la Escritura y dijo: Amarás al Señor tu Dios… y al prójimo como a ti mismo (Lc 10, 27). Jesús entonces añadió: Haz esto y tendrás la vida. La elección de este pasaje nos deja una enseñanza fundamental para progresar en el camino de la unidad: de nada nos sirve conocer las Escrituras, que contienen la Palabra de Dios, si no la ponemos en práctica. Para que todos los cristianos nos unamos en la única Iglesia de Cristo es imprescindible la escucha atenta de la Palabra de Dios y su cumplimiento.
Pues bien, en las lecturas que se proclaman en la celebración de la Santa Misa del 21 de enero, Domingo de la Palabra de Dios, tenemos enseñanzas de vida que nos permitirán fortalecer el amor a Dios y al prójimo, y ver frutos de unidad. En la primera, el relato de la predicación de Jonás y la conversión de los ninivitas nos muestra la necesidad de no echar en saco roto las oportunidades que nos da el Señor de volver a Él y abandonar la vida de pecado. La Palabra de Dios tiene fuerza para lograr el cambio de vida que tanto nos cuesta alcanzar. En la segunda lectura, san Pablo nos advierte de la premura del tiempo presente: la figura de este mundo se acaba, no podemos dejar para mañana la conversión de hoy. Hemos de estar vigilantes, sabiendo que aquí estamos de paso y que hemos sido creados para mucho más. En el evangelio, Jesucristo mismo anuncia que el plazo se ha cumplido; no debemos buscar otro salvador fuera de Él. Porque sólo en Él está la salvación, la vida se juega en la respuesta que damos a la llamada de Cristo. Ojalá se cumpla siempre en nosotros lo que vemos realizado en los apóstoles llamados por el Señor: dejándolo todo, le siguieron.
+ José Rico Pavés
Obispo de Asidonia-Jerez
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