Monseñor José Rico Pavés : «En el camino de la Pascua, el cuarto domingo nos invita la Iglesia a contemplar el rostro de Cristo, Buen Pastor».
En el camino de la Pascua, el cuarto domingo nos invita la Iglesia a contemplar el rostro de Cristo, Buen Pastor. El evangelista san Juan ha recogido las palabras de Jesús al presentarse como Pastor Bueno. En el pasaje que la Liturgia nos ofrece este año, Jesús nos descubre la bondad de su pastoreo en cuatro verbos: da la vida, conoce, reúne y ama. El Buen Pastor, a diferencia del asalariado, cuando llega el peligro y la dificultad, protege hasta tal punto a sus ovejas que está dispuesto a dar su vida por ellas. El asalariado, como el mercenario, se sirve de las ovejas para su propio interés, por eso, no las protege del ataque de los lobos, sino que huye. Por el contrario, la ganancia del Buen Pastor es el bien de sus ovejas, a las que defiende y cuida incluso a precio de su propia vida.
El Buen Pastor conoce a sus ovejas y las suyas le conocen. Esta es la certeza más esperanzadora que nos regala la fe: el Señor nos conoce y nos ama a cada uno por nuestro nombre. Su conocimiento no es genérico, sino personal; no es superficial o fingido, sino interior y auténtico. Descansar en el conocimiento de Cristo es fundamental para abrazar la verdad de quiénes somos. Solo quien es Dios verdadero y hombre verdadero puede conocer a cada hombre de verdad. Avanzar en el conocimiento propio requiere crecer en el conocimiento de Cristo. Solo Quien ha sido capaz de cargar con mi pecado y sufrimiento, y morir por mí, puede decir en verdad que me conoce y me ama.
El Buen Pastor, además, reúne a las ovejas dispersas y las congrega en un solo rebaño, atrayéndolas al escuchar su voz. La oveja que abandona el rebaño se pierde. El Buen Pastor encuentra a la perdida, la carga sobre sus hombros y la reintegra en el rebaño. Sabe Jesucristo que, aisladamente, nos perdemos. La Bondad del Pastor resplandece al devolvernos a la comunión sin la cual no podemos sobrevivir.
El Buen Pastor, en fin, al dar su vida, conocer a las ovejas y congregarlas, no hace sino regalar la vida que Él mismo recibe de Quien le ha enviado. Regalo de vida es amor verdadero, es decir,donación, conocimiento y reconciliación. Al llegar con la Iglesia al cuarto domingo de Pascua, el encuentro con el Resucitado nos descubre la bondad de su pastoreo; la grandeza de la dignidad humana, restablecida con la entrega redentora de Cristo;la belleza del rebaño de la Iglesia, que es misterio de comunión; y la suave mansedumbre de su gobierno.
El domingo del Buen Pastor es también la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones. Se nos pide en este día orar por todas las vocaciones en la Iglesia, especialmente por las de especial consagración. La oración dispone el corazón humano a acoger la voluntad del Señor. Es necesario llevar a la oración la pregunta más importante de la vida, aquella de la que depende la felicidad que podemos empezar a disfrutar en este mundo: «Señor, ¿qué quieres de mí?» En el evangelio de este domingo Jesús nos ayuda a encontrar la respuesta: Mis ovejas escuchan mi voz y me siguen. Ahí está el secreto de la vocación: escuchar a Cristo y seguirle; gustar la bondad del Buen Pastor y quedarse con Él.
+ José Rico Pavés
Obispo de Asidonia-Jerez
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