“La alegría que Cristo nos ofrece es más fuerte que todas esas adversidades juntas. Por eso, la bienaventuranza es el distintivo de quienes le siguen”

PALABRA DE VIDA. Monseñor Rico Pavés : “La alegría que Cristo nos ofrece es más fuerte que todas esas adversidades juntas. Por eso, la bienaventuranza es el distintivo de quienes le siguen”

 

En la predicación de Jesús ocupa un lugar destacado el llamado Sermón de la montaña. San Mateo presenta a Jesús como el nuevo Moisés: “Jesús se sienta”, con gesto propio del maestro que ostenta la autoridad; “en la montaña”, a modo de nuevo Sinaí, mostrando que ahí donde se encuentra cara a cara con el Padre en oración, ahí también imparte la enseñanza que recibe del Padre. En la disposición de san Mateo, el discurso de Jesús en el monte aparece como la nueva Ley que Él transmite recibida del Padre. El Sermón está dirigido a todo el mundo, en presente y en futuro, pero para acogerlo es necesario ser discípulo, es decir, sólo se puede entender si se sigue a Jesús.

Las bienaventuranzas no son la contrapartida del decálogo. Jesús no piensa abolir el Decálogo, sino llevarlo a plenitud. En línea con la tradición del Antiguo Testamento, las bienaventuranzas son palabras de promesa destinadas a orientar en la vida. No faltaba razón a Benedicto XVI cuando las presentaba como «una velada biografía interior de Jesús». En las bienaventuranzas encontramos el anuncio de lo que el mismo Cristo va a vivir al llevar a cumplimiento la voluntad del Padre. En ellas se nos revela el misterio de Cristo mismo, que nos invita a entrar en comunión con Él.

Presentadas en los primeros momentos de la vida pública de Jesús, el mensaje de las bienaventuranzas desvela una verdad fundamental: Jesucristo solo nos pide lo que primero nos da. En medio de situaciones que nos parecen irreconciliables, Jesús nos ofrece ahora su alegría como anticipo de la alegría eterna. La primera bienaventuranza es la única formulada en presente: de los pobres en el espíritu es el reino de los cielos. Los pobres de espíritu son ahora los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos por causa de la justicia, los que ahora reciben insultos, persecución o calumnias a causa de Cristo. La alegría que Cristo nos ofrece es más fuerte que todas esas adversidades juntas. Por eso, la bienaventuranza es el distintivo de quienes le siguen.

+ José Rico Pavés

Obispo de Asidonia-Jerez

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