La Santa Iglesia Catedral acogió en la jornada de ayer la Eucaristía e imposición de la ceniza, inicio del tiempo litúrgico de la Cuaresma.
El primer templo de la Diócesis vivió ayer la jornada del Miércoles de Ceniza, celebración que marca el inicio del tiempo litúrgico de la Cuaresma. Esta Santa Misa e imposición de la ceniza estuvo presidida por Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez, quien estuvo acompañado del Seminario Diocesano junto a su Rector y Director Espiritual, además del Deán de la Santa Iglesia Catedral. Asimismo, también estuvo presente el Pueblo de Dios que peregrina en Asidonia-Jerez, que quiso vivir junto a su pastor el inicio de este tiempo litúrgico que nos llevará hasta la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
En la homilía, el Sr. Obispo de Asidonia-Jerez, mencionó que la liturgia nos recuerda que la Cuaresma es un combate que tiene tres armas propias, la oración, el ayuno y la limosna; un objetivo, volvernos totalmente hacia el Señor; y unos medios que son los dones de salvación que Cristo nos ha regalado. Destacando que en este combate no se gana haciendo sino dejándose hacer.
Por otro lado, Monseñor Rico Pavés, subrayó que abrimos un tiempo de gracia, es decir, tiempo de sobreabundancia de dones por parte del Señor que requiere de nuestra parte una disposición interior, para que todo lo que se expresa fuera, lo vivamos bien por dentro. Ya que, como explica el prelado, lo que esta en juego es la salvación, es decir, la alegría plena que solamente Cristo nos puede dar.
En otro orden de ideas, el prelado ha recordado que la Cuaresma no es un tiempo de tristeza, sino tiempo para recuperar la alegría verdadera, de ahí la importancia de acoger todo lo que el Señor nos quiere dar. Asimismo, explicaba que tienen que ver estas armas de la oración, el ayuno y la limosna con la conversión y el volvernos a Cristo. Primeramente, mencionando que estas tres cosas son dimensiones humanas que si se desorientan pueden echar por tierra los dones del Señor. En segundo lugar, aclaraba cada uno de los conceptos:
Si no tenemos desapego de las cosas de este mundo, la conversión del Señor no será posible, de ahí la importancia del ayuno. Y para llevar a cabo esto debemos contar con la oración, ya que debemos poner nuestro corazón junto al de Cristo, y así abrirlo más para acoger su palabra. Una vez mencionado la oración y el ayuno, nos aclaraba la limosna, que no es desprendernos de lo que no necesitamos, sino tomar conciencia de que cuando un miembro sufre en la iglesia todos sufren con él. Ya que la limosna cristiana tiene como sentido principal expandir el amor que hemos recibido del Señor hacia los demás.
“Queridos seminaristas pedid al Señor que os enseñe a llorar por los fieles que un día os serán confiados para que alcancéis misericordia para el Pueblo Santo de Dios”. Con estas palabras el Sr. Obispo de Asidonia-Jerez ha recordado al Seminario Diocesano la importancia de entregarse en entero en su labor con el pueblo que se le confía.