La memoria de monseñor Rafael Bellido Caro se hizo presente en medio de la solemnísima celebración que, presidida por el actual pastor diocesano monseñor José Mazuelos Pérez, rendía tributo a la Patrona de Asidonia-Jerez.
El Año de la Fe que celebra la Iglesia universal y, de modo especialmente singular, el traslado tras la celebración de la solemnidad de la Inmaculada Concepción a su sepultura episcopal definitiva en la Santa Iglesia Catedral de los restos de monseñor Rafael Bellido Caro, el primer obispo de Asidonia-Jerez, han marcado este mediodía el mensaje transmitido por el actual pastor, monseñor José Mazuelos Pérez, en la pontifical de este año.
«La gran lección del día de la Inmaculada es la certeza de que quien, como Ella, se abandona a las manos de Dios no lo hace para convertirse en un títere», diría el obispo al respecto de la ejemplar entrega de María Santísima a la misión que le fuera encomendada. Y ese alarde de fe puesto de relieve por aquella que, en la advocación de la jornada, es Patrona de la diócesis constituyó el núcleo de un primer mensaje que disfrutar durante una homilía que bebió de las lecturas del día.
De otro lado, el prelado pasó al segundo gran acontecimiento que pretendía observar con un llamamiento a dar gracias a Dios «porque tenemos una diócesis en la que vivir el Adviento, en la que vivir nuestra fe en Cristo…», lo que afirmó a resultas del gran impulso del recordado don Rafael a esta realidad eclesial asidonense. «Pidamos la purificación de la Iglesia, que los sacerdotes especialmente estemos llamados a la santidad a la imagen de nuestro primer obispo», añadió.
Se hicieron presentes en el acto, junto a una amplia representación del clero diocesano concelebrando con monseñor Mazuelos, numerosos fieles que revistieron la Catedral del tono alegre propio de le fiesta y de la llegada a su nueva sepultura del recordado pastor. No faltaron María José García-Pelayo Jurado, alcaldesa de Jerez, con buena parte del Gobierno local; o José Luis Núñez Ordóñez, alcalde de Arcos de la Frontera (pueblo natal de Bellido Caro del que se sumaron numerosísimos fieles).
El diputado nacional Aurelio Romero Girón, el comisario de la Policía Nacional Andrés Garrido Cancio y representantes de la Asociación Santo Ángel así como los de la Asociación Obispo Rafael Bellido, que prolonga la obra social del recordado pastor así como tan importante papel han corrido de cara al cumplimiento del «viejo deseo de esta Diócesis» como dijo Mazuelos del traslado de restos, también acudieron a la cita en la Catedral del Salvador.
La expectación abierta en torno a la ocupación de la sepultura episcopal (bajo un retablo ocupado por San Juan Grande, por cuya canonización tanto trabajó monseñor Bellido Caro) cundió en un sencillo pero muy solemne y emotivo acto por el que, cambiados el oficiante y los concelebrantes del color celeste a las estolas moradas, se dió cumplimiento a lo formulado formalmente en el acto por el secretario del Cabildo Catedral y delegado diocesano del Clero, Eugenio Romero López.
Para entonces el féretro, portado por los hermanos de la Sagrada Resurrección desde cuya capilla en la Catedral se inició el traslado, había llegado ya ante el presbiterio como centro de un cortejo abierto por músicos revestidos de sotana negra y sobrepelliz y haciendo sonar un tambor destemplado y trompetas cuyos acentos fúnebres coadyuvaron en el ambiente emocionado con el que los presentes vivieron el acontecimiento. Monseñor Mazuelos dirigió un responso y los restos fueron trasladados a su sepultura.