Conocemos el trabajo del curso pastoral 2022/2023 de la Delegación Diocesana de la Causa de los Santos

Diócesis de Asidonia-Jerez
Diócesis de Asidonia-Jerezhttps://wp.diocesisdejerez.org/
La diócesis de Asidonia-Jerez, conocida también simplemente por diócesis de Jerez, ​ es una jurisdicción de la Iglesia católica de España que comprende el norte de la provincia de Cádiz, tomando como límite y frontera natural el curso del río Guadalete.
  • El Padre Pedro Guerrero y María Antonia de Jesús Tirado, se encuentra en la fase romana.
  • D. Carlos González, Cristina Gaztelu, María Amparo Rodríguez-Pascual y Sebastiana Collado son nombres que se dan a conocer para que los fieles puedan encomendarse a ellos y pedirle favores.

El sacerdote diocesano, Federico Mantaras es la persona encargada desde el pasado 24 de septiembre de 2022 de la Delegación Diocesana de la Causa de los Santos. Este presbítero nos cuenta que su labor tiene como fin la promoción de la santidad en la Iglesia Asidonense, además de dar a conocer a personas que han vivido de una forma heroica la virtudes cristianas. En este caso nos recuerda al Padre Guerrero y María Antonio Jesús Tirado, los cuales se encuentran en la fase romana esperando ser declarados venerables. Asimismo, si realizan algún milagro recibirán la beatificación.

Por otro lado, Federico Mantaras nos da a conocer la historia de 4 personas para que los fieles puedan encomendarse a ellos y pedirle favores:

Sebastiana Collado Mercado nació la noche del 24 de diciembre de 1926 en Navas de San Juan (Jaén). Era mujer sencilla y humilde, carecía de toda formación académica, hasta el punto de que nunca llegó a aprender a leer ni a escribir. Casada con Eulogio Galera González, ambos llegaron muy jóvenes como colonos a Guadalcacín, pedanía de jerez, procedentes de su pueblo natal. Se casa con 22 años y tuvo tres hijos. Eulogio, que de joven era un hombre rudo y egoísta, después de hacer un Cursillo de Cristiandad queda transformado totalmente, y se convierte en una persona de fe vivida. Cuando Sebastiana ve el cambio dado por su marido, también ella acude a hacer un Cursillo. Allí descubre la presencia de Jesús en el sagrario y las tres noches que dura las pasa acurrucada sobre una alfombra a los pies del Señor. Desde esa fecha comienza a vivir, con su marido, una vida en Gracia, dedicada a la casa, a la oración, a la educación de sus hijos y nietos y a la asistencia de los necesitados que encuentra en su camino. Contó con el acompañamiento espiritual de su párroco D.

Francisco Querejeta. El Señor la asocia a su cruz cuando, a la muerte de su hija, tiene que hacerse cargo de sus nietos, algunos de ellos hundidos en las adicciones. Desde una profunda vida de oración, tiene tiempo también para desarrollar, con su palabra llena de bondad y cercanía, una gran tarea evangelizadora en la pedanía de Guadalcacín y en el Movimiento de Cursillos de Cristiandad de la Diócesis de Jerez. Destacó por su generosidad, como la viuda del Evangelio lo daba todo, por su amor a la Iglesia, por su sufrimiento silencioso y ofrecido, y por su palabra profunda y penetrante cuando hablaba de Cristo. Falleció en Jerez el 2021, a los 95 años de edad.


Carlos González García-Mier nació en Jerez de la Frontera el 26 de agosto de 1927, hijo de Millán y Concepción, el menor de tres hermanos. Cuando tenía seis años se quedó sin madre y fue criado por su padre y dos tías solteras.

Estudió de pequeño en los Salesianos, pero pronto pasará al Colegio de los Marianistas, donde hace el bachillerato. Con diecisiete años ingresa en la Escuela de Comercio, estudiando a la vez solfeo y piano, y dibujo lineal y artístico. Cuando termina marcha a Madrid a hacer la carrera de ingeniero agrónomo. Estando en Madrid acude un día a Misa y escucha la Palabra que dice: “la mies es mucha y los obreros son poco”, esa frase le tocó el corazón y hace que deje sus estudios y que decida entrar en el Seminario Metropolitano de Sevilla. Esto fue en el año 1946, cuando tenía diecinueve años. Cinco años más tarde es ordenado sacerdote, el 19 de mayo de 1951. Recién ordenado, es enviado a atender el poblado del Torviscal (Utrera), a la vez que ejercía de maestro director de coro del Colegio de San Juan de Aznalfarache.

Posteriormente, es enviado a Madrid a estudiar ciencias económicas. Allí, además, hará estudios de Graduado Social, de Doctrina Social de la Iglesia y se diplomará en la Escuela de Altos Estudios Internacionales. Vuelve a Sevilla el 1559 y es nombrado Consiliario de Cáritas y profesor del Seminario. El año

1961 es destinado a Jerez, donde dará clases de religión en el Instituto Padre Luis Coloma y a los alumnos de Formación Profesional de enología. En aquel tiempo realizará una gran labor social paliando la escasez de viviendas que padecía Jerez. Para ello, organizó una Cooperativa dedicada a la construcción de casas en la zona rural de Cuartillo. Más tarde, participará en la fundación de la Hermandad de Donantes de Sangre. En el año 1972 fundó en Jerez la Delegación Diocesana de Scouts Católicos, y en 1974 es nombrado párroco de San Marcos. Al mismo tiempo, ejerce de consiliario de Cursillos de Cristiandad, adaptando, además, éste a los jóvenes, denominándolo “Encuentros en la Esperanza”. Don Carlos también traerá a su parroquia el Camino Neocatecumenal, al que se entregó en cuerpo y alma. El año 1981 asumirá la Dirección Espiritual del Seminario Diocesano de Jerez, recién creado. Después de una vida de entrega dedicada a los jóvenes, al acompañamiento espiritual, a la asistencia de los más pobres y a la evangelización del los alejados, desgastado por el trabajo, fallece a los 81 años de edad, el 20 de julio de 2008.


María Amparo Rodríguez-Pascual Villumbrales (Amparito) nació en Jerez de la Frontera (Cádiz) el 29 de abril de 1931. La tercera de seis hermanas, se cría en una familia cristiana donde su padre, Angel, de la Asociación Católica de Propagandistas, le inculca desde pequeña el amor a Cristo. Estudió en las Salesianas y, después, en la Escuela de Comercio. El año 1955 contrajo matrimonio con José Belmonte Fernández con el que tuvo 10 hijos. Amparito se dedicó a la crianza y educación de sus hijos, teniendo claro que su misión era llevarlos al Cielo. En 1977 su marido abandona el hogar familiar y se separa, dejando a la familia en una situación económica muv precaria. En estas adversas circunstancias, Amparito lucha por sacar adelante a sus hijos, confiando en la providencia de Dios y sin desfallecer ante las muchas dificultades que se presentan. En los momentos más oscuros, cuando la situación se hacía dramática, decía: “Cuando las cosas se ponen difíciles, es que Dios se quiere lucir”. Nunca dejó de rezar por su esposo, al que perdonó de corazón y, fruto de estas plegarias, pudo éste reconciliarse con el Señor dos años antes de su muerte. Su primera “obsesión” era “que todos sus hijos estuvieran en Dios”, para ello oraba continuamente. Ella sabía que, al igual que el parto se hace con dolor, era necesario sufrir con Cristo para parir a sus hijos a la Vida eterna. En sus últimos meses, ofreció a Dios su vida y los dolores de su enfermedad de manera serena y alegre. Falleció el 25 marzo de 2018, Domingo de Ramos, rodeada de sus hijos con una frase de despedida: “os espero en el Cielo”


Cristina Gaztelu Vargas nació en El Puerto de Santa María (Cádiz), el día 22 de febrero de 1994, hija única de una familia católica. Perteneció con sus padres a la comunidad de los Siervos de Jesús, en la que fue creciendo en la fe. Desde niña fue sensible y cariñosa, capaz de ver y disfrutar la belleza de Dios en la música, la pintura, la fotografía, la literatura… Cristo quiso asociarla a su cruz desde muy jovencita, padeciendo en el colegio acoso escolar. Eso la hizo sufrir mucho, pero, a la vez, le permitió tomar la costumbre de ofrecer al Señor todo lo que sucedía en su vida por el bien de los que sufren.

En su corazón ardía el deseo de vivir buscando el bien y la verdad. Su apostolado se centró en su familia, en sus amigos y en el uso de las redes sociales, que aprovechaba para difundir el amor de Dios. También sus estudios en Publicidad le permitieron dar a conocer con más fuerza y eficacia el Evangelio.

Los últimos ocho meses de su vida luchó contra un cáncer de mandíbula que le causaba tremendos dolores.

Abrazó junto a Cristo sus sufrimientos ofreciéndolos por la salvación del mundo y por los que en su vida le hicieron daño. Tras esta batalla final, descansó en el Señor el día 26 de junio de 2018, a los 24 años de edad.

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