«Un día sentí que la imagen de Jesús del Prendimiento de mi Hermandad me decía: ven, te necesito»

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Entrevista a Antonio J. González Jover.

Antonio Jesús González Jover nació en Almería hace 28 años y su primera vocación fue la informática, hasta que un día, «la talla de Jesús del Prendimiento de su hermandad, con las manos abiertas, parece que le decía: ven, ten necesito». Es risueño, tiene un punto de humildad a la hora de hablar que enternece, está orgulloso de ser cofrade y off the record afirma que le gustaría ser un «cura de pueblo». Este joven que cursa tercero de Teología será instituido del Ministerio de Lector el próximo día 19 de marzo, Solemnidad de San José, hecho que vive algo abrumado: «ser mensajero de la Palabra es algo que hace temblar las piernas».

¿Cómo escuchaste su llamada?

Es un proceso largo. No fue un «flash». La primera llamada la recuerdo en la capilla del sagrario de la Catedral. Estaba trabajando y estudiando, ganando mi dinero, y una hipoteca. El ambiente de la hermandad era muy bueno y siempre estábamos liados con cosas, pero yo pasaba por la capilla un ratito antes y un día sentí como ese Jesús del Prendimiento con las manos extendidas me decía: «Ven, te necesito». Pero, las inercias y los miedos pudieron conmigo y fui dándole largas.

Pero a pesar de salir con los amigos, de tener la vida deseada por la mayoría, yo sentía un vacío existencial muy grande: no tener ganas de nada, e incluso faltar a clase y quedarme en el sofá por las tardes. Y lo único que me hacía salir de ese hoyo, era ir a misa por la tarde. Fue allí en la Parroquia de Santiago y con la compañía de mi cura, Don Francisco Escámez, como se fue reavivando esa llama que había en mi interior. Un buen día, el párroco me pide un favor: abrir las puertas de la parroquia cada mañana en el mes de agosto. Y fue allí, en la oración a solas, en el banco de atrás, donde esa llamada se hace tan potente que ya me lanzo, a pesar de mi hipoteca (risas).

¿Cómo evalúas tu experiencia de Seminario?

Yo tuve la suerte de hacer el propedéutico, una experiencia en la que se va conociendo poco a poco al resto de chavales y estudiando algunas asignaturas. Eso me hizo entrar poco a poco. Pero la verdad es que hay muy buena relación entre los compañeros. Hay sus roces como en todas las comunidades pero el ambiente es genial. Es verdad que la tarea del estudio es dura pero merece la pena porque para poder formar a la gente hay que estar bien formado

El próximo 19 de Marzo recibirás el ministerio de Lector, un primer paso para la ordenación sacerdotal. ¿Cómo lo estás viviendo?

Fue gracioso. Me llama el rector en la comida y me dice: «tengo que hablar contigo». En ese momento pensé si había hecho algo mal. Esa misma tarde, me da la noticia de que voy a recibir el lectorado. Lo espero con mucha alegría y siento que es un gozo saber que vas a ser mensajero de la Palabra de Dios.

¿Qué estilo de cura quieres ser? ¿Cual es tu sueño como sacerdote?

Yo quiero ser un sacerdote que esté cerca de la gente. Llevar a Cristo a la gente, su palabra. Transmitir que Cristo es el Amor del Padre y su misericordia. Aunque seamos pecadores, siempre vamos a tener el perdón de Dios. Y ese perdón hacerlo presente siempre en el pueblo. Además me parece muy importante la formación. Los laicos tienes que estar formados sobre la doctrina de la Iglesia para así vivir mejor su fe.

Por ultimo, como cofrade y seminarista: ¿Qué se podría hacer mejor en las hermandades? ¿Cómo podríamos trabajar juntos?

Se pueden hacer muchas cosas. Lo primero es la formación. Las cofradías no son un «saca pasos» sino la fe que profesamos en el credo y que sacamos a la calle. También fomentaría los grupos jóvenes, son el futuro de las cofradías. Y en ellos haría falta un seguimiento vocacional en esos chavales.

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