
Este sábado 17 de mayo, la Catedral de la Encarnación acogerá la ordenación diaconal de tres seminaristas de la diócesis de Almería: Antonio Jesús Navarro Vicente, Juan Antonio Pérez Fuentes y Jesús Manuel Rodes Cano. Tres nombres, tres historias de fe y servicio que reflejan la vitalidad del Seminario Diocesano y el futuro esperanzador del presbiterio almeriense.
Desde Félix, Juan Antonio Pérez Fuentes vive su año pastoral entre los pueblos de la comarca del Almanzora. En estos días, asegura que se siente “con muchos nervios, claro está que también con mucha ilusión y con muchas ganas de proclamar el Evangelio”. Ha recorrido parroquias junto a los sacerdotes Don Antonio Flores y el Padre Wilmen, acompañando enfermos, celebrando con las comunidades y preparándose para este paso decisivo. “Por la cabeza pasan mil o más ideas, porque llegado el día me examino a mí mismo y veo mi pequeñez y lo grande que es esta vocación”, confiesa con humildad.
Antonio Jesús Navarro Vicente, natural de Los Gallardos, realiza su labor pastoral en Vera. A pocos días de su ordenación, vive este momento “con alegría, en acción de gracias y también con cierto respeto”. Es consciente de la exigencia del ministerio: “Lo vivo siendo consciente de la grandeza del sacerdocio y de lo que espera la Iglesia de mí. Estoy contento, y confío que el Señor me ayudará a llevar a cabo todo lo que Él me pida”.
Por su parte, Jesús Manuel Rodes Cano, de Antas, está destinado actualmente en Cantoria y pueblos cercanos de la Sierra de los Filabres. A sus 24 años, transmite serenidad y confianza en Dios: “Sorprendentemente, aunque quede muy poquito, estoy muy tranquilo, muy calmado”. Recuerda que su paz nació al presenciar la ordenación de sus compañeros en Murcia el pasado diciembre: “Allí caí en la cuenta de que Dios me tenía preparado algo pronto. Desde entonces, lo estoy viviendo con mucha tranquilidad y, sobre todo, confiando mucho en la voluntad de Dios”.
Los tres futuros diáconos comparten la misma certeza: Dios les llama a servir con alegría, dedicación y esperanza. La diócesis entera está convocada a orar por ellos y a participar en esta ordenación como signo visible de una Iglesia que sigue generando vocaciones al servicio del Pueblo de Dios.