SANTÍSIMA TRINIDAD, por Ramón Carlos Rodríguez García

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Lecturas: Ex 34, 4b-6. 8-9. Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso. Salmo: Dan 3, 52-56. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos! 2 Cor 13, 11-13. La gracia de Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo. Jn 3, 16-18. Dios envió́ a su Hijo para que el mundo se salve por él.

Este domingo la Liturgia nos invita a profundizar en la realidad de Dios que es amor. El misterio genera no pocas trabas e impide que el acceso al mismo se vea limitado por el afán exclusivo de la razón. Dios no se deja diseccionar por la curiosidad humana como mero reto intelectual pero se abre como una flor a la comunión del corazón.  Este domingo Trinitario, como todos los demás, desprende desde el amor y la contemplación de ese amor, a un Dios que se ha comprometido totalmente en la salvación de la humanidad.

Así podemos sacudirlo de toda amenaza como dogma abstracto y extraño a nosotros. En el libro del Éxodo Dios acorta distancias con el pueblo renovando su alianza y generando caminos de perdón. Actuando de forma clemente y compasiva descubrimos que la ternura del Padre no sólo se expresa en el Nuevo Testamento. San Pablo con una concisa fórmula trinitaria expresa la completa donación de Dios, manifestándose como la primera Comunidad. Todas las comunidades cristianas, la Iglesia misma, madre de comunidades, ha de ser reflejo de Dios: Misterio infinito de vida y amor. El Salmo nos muestra cuál ha de ser la actitud del creyente que debe dar gloria de esa comunión regalada por el Dios Trinitario. Iniciándose en esta realidad precaria, se prolongará por toda la eternidad en la comunión plena en el corazón de Dios.

Todo ese amor lo contemplamos en el mejor icono que el Padre nos ha regalado y en el que ha expresado su fidelidad con el ser humano: JESÚS. Espero que el título de este comentario no te haya resultado indiferente. F. Nietzsche lanzó al mundo un reto: “creería en un Dios que supiera bailar”. Frente a una imagen triste y aburrida de Dios, la Iglesia generó un precioso y sugerente esbozo teológico sobre la “danza gozosa del amor”. Buscaban expresar la ternura que acontece en el Dios Trinitario. Todo un abrazo de amor que circula entre las personas de la Santísima Trinidad y cuyo alcance cubre a toda la humanidad. Desgraciadamente el extraordinario pensador no encontró en ninguna filosofía ni religión este diálogo amoroso y de gráciles movimientos (pericoresis). ¿Te apetece bailar?

Ramón Carlos Rodríguez García

Rector del Seminario

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