QUIÉREME, PERO NO TANTO

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Todos queremos hacer más fácil la vida a nuestros hijos, nietos, parejas, amigos… Es algo que nos sale de dentro. Pero, y si os dijera que a veces queremos mucho, pero mal. Que podemos confundir sentimientos nobles: cuidado, atención ayuda… con otros menos como la dependencia o la inmadurez.

Madres y amantes “posesivos” del mundo, hoy os propongo dos preguntas para la polémica: ¿Dónde está la frontera entre CUIDAR y SOBREPROTEGER?¿Cómo encontrar el punto medio entre AYUDAR y AVASALLAR? Para aportar una humilde luz sobre este tema, ahí van mis reflexiones.

Todos somos cuidadores y recibimos cuidados. Los bebés tienen que subir el primer escalón, los adolescentes estudiar para los exámenes, los adultos aprender a administrarse bien y los ancianos gestionar sus medicinas. Y para eso, algunas veces necesitamos ayuda. Pero el eterno debate radica en si es conveniente darles alas o hacerlos más pequeños. Mi propuesta: acompañar sin agobiar, ser compañeros de camino sin avasallar.

Enumero algunos de los errores más frecuentes: el primero es AYUDAR A QUIEN NO TE LO PIDE. Los expertos dicen que el que necesita ayuda debe expresarlo. Que nosotros no tenemos que ser adivinos, ni meternos en la mente de nadie. Aunque suene chocante, a veces, la prudencia en el ejercicio de la ayuda es la mejor de las opciones.

Otro de los errores más habituales es CREER QUE NO SABEN, QUE NO PUEDEN. Y no es así. La gran mayoría de las personas (con algunas excepciones) son capaces de valerse por sí mismas. Hay que confiar en que tienen las habilidades, las capacidades y la inteligencia suficiente para gestionar su vida. Nuestra tarea será acompañar en su camino hacia la autonomía sin agobiar.

La última de las tentaciones es HACERNOS LOS IMPRESCINDIBLES. De una manera inconsciente nos da “gustirrinin” que nos digan: “Qué haría yo sin ti”. Es una trampa del EGO. A veces, queremos que los otros dependan de nosotros. Creemos, de una manera equivocada, que nos van a querer más así. La vía del crecimiento vendrá por entender que lo mejor es caminar juntos, pero no dependientes.

En estos días estamos leyendo muchos textos sobre el buen pastor. Y a mí me parece que la imagen es sugerente. El pastor acompaña, pero no ata. Guía, pero no agobia. Las lleva hasta los pastos, pero no les mastica su comida. Unas se pierden, otras se caen por algún barranco, pero confía, cree en su autonomía. Las quiere, pero sabe que tienen que caminar ellas solas.

Así, como Tú Señor, quiero ser con los que tengo a mi cuidado, con los que quiero. Ayudar a que caminen, confiar en su autonomía, pero queriéndoles libres y adultos. A tu estilo, Jesús, como BUEN PASTOR.

Ramón Bogas Crespo

Director de comunicación del obispado de Almería

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