POBREZAS, por Jesús Martín Gómez

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Solemos hacer hincapié en la pobreza en que Jesús, el Hijo de Dios, comenzó su vida entre nosotros. Pero resaltamos esta indigencia más desde el punto de vista de los bienes materiales, porque es la visión imperante hoy, el materialismo y el hedonismo. Sin embargo, hay una pobreza mayor que es señalada por los evangelistas y que normalmente pasamos por alto. Se trata de una carencia que también hoy sufrimos en nuestras sociedades y que nos debe llevar a considerar hasta qué punto nos vamos deshumanizando. Se trata de la falta de amor, de un amor auténtico, desinteresado. Esta falta de afecto de la que todos adolecemos es aquello que verdaderamente empobrece nuestras vidas y nos vuelve inhumanos.

El Mesías nació en medio de los que no eran amados, su redención consistió en vivir su vida mostrando a todos el amor del Padre hacia quienes no tenían quién les amase, Él mismo fue rechazado a pesar de entregar su vida por amor. Asumiendo la naturaleza humana, para darnos el ser hijos de Dios, nos ha mostrado hasta qué punto el Padre nos ama. Por ello, la Encarnación es el signo distintivo de la fe cristiana, el más incomprensible prodigio, Dios que se hace hombre para poder llamarnos hijos suyos y darse a conocer por el amor. Un amor que es el desinterés absoluto y que nos debe llevar a poner los ojos totalmente en Cristo, palabra definitiva de Dios.

En la señal del “niño envuelto en pañales”, una señal extraña para ser la de un Dios todopoderoso, reconocemos su inmenso amor por nosotros. Un amor que reclama nuestro amor. Nuestro corazón, endurecido por la indiferencia ante los demás, se rinde ante la presencia del “Dios Niño” que nos recuerda nuestra necesidad de amar. Esta indigencia nos conduce a la adoración en silencio de la presencia de Dios en medio de nosotros que siempre nos supera, incluso en humanidad. Contemplar estos días a Jesús en el pesebre nos llena de humildad, nos inunda de alegría por la vida nueva que nos trae y nos da la seguridad de que nuestras súplicas siempre son escuchadas.

Jesús Martín Gómez

Párroco de Vera

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