Mensaje de Navidad

Mons. Adolfo González Montes, Obispo de Almería.

Queridos diocesanos:

La Navidad viene a abrir un espacio al encuentro y la contemplación del misterio de la Palabra de Dios hecha carne. Misterio de amor que Dios ha manifestado al mundo, para que descubramos en Jesús nacido en Belén la imagen de nosotros mismos, porque somos imagen de Dios y en ello se funda la dignidad del ser humano y la razón profunda de los derechos de la persona.

Cuando olvidamos que el ser humano está hecho a imagen de Dios se corre el riesgo de violar los derechos que lo asisten y que son inalienables. Entre ellos, la libertad religiosa es pieza clave de todas las demás libertades, porque de la religión recibe el hombre el sentido de la vida y la razón última de su conducta moral. La violación de cualesquiera derechos del hombre ofende a su dignidad, pero la conculcación del derecho a la libertad religiosa oprime al ser humano en su realidad más íntima, y destruye su libertad de pensamiento y acción como persona.

Por desgracia, un año más, hemos de tener muy presente la persecución inmisericorde de tantos millones de cristianos en el mundo. Como no podemos pasar por alto la represión que sufre la conciencia cristiana cuando se pretende privatizar a la fuerza, aun contando incluso la ayuda de la ley, los sentimientos religiosos y la conducta pública acorde con ellos. ¡Qué absurda y contraria a la voluntad de convivencia y paz social es la pretensión de ocultar la Navidad y reprimir los signos cristianos! La Navidad igual que nuestras catedrales e iglesias y las cruces que jalonan nuestras vías y edificios son parte de la historia, de la cultura y de la vida de los países de tradición cristiana.

Los cristianos perseguidos son hoy parte de los millones de exiliados y refugiados que buscan amparo huyendo de la violencia de guerras que no terminan, víctimas de enfrentamientos civiles que están destruyendo naciones enteras. A ellos y los que huyen buscando refugio nosotros abrimos el corazón, pidiendo respeto para los cristianos como respetamos nosotros la fe y los sentimientos de quienes profesan otros credos religiosos.

La caridad de Dios se nos revela en la humildad del pesebre de Belén, en el amor ilimitado de Cristo Jesús, que siendo Hijo eterno de Dios, al hacerse hombre como nosotros se hizo pobre, para enriquecernos a nosotros con su pobreza. Movidos por los sentimientos de caridad de Cristo queremos salir al encuentro de nuestros hermanos más necesitados, pidiendo para los que carecen de ellos una vivienda digna y un trabajo estable. No podemos en la Iglesia solucionar problemas estructurales de carácter social, pero queremos colaborar en crear la conciencia social que ayude a la promoción de los bienes sociales teniendo en cuenta el interés común de toda la sociedad.

A los pastores de la Iglesia nos preocupa la fractura de nuestra sociedad y la dificultad que plantea para el entendimiento después de las elecciones que acabamos de celebrar. Sin pretender en modo alguno optar políticamente, exhortamos a todos los grupos políticos que protagonizan la vida social de España a tener en cuenta en primer lugar los intereses generales de la sociedad y el bien común, sin querer ocupar el poder político como objetivo último y excluyente. Lo importante es estar al servicio del bien común, promover las libertades legítimas que emanan de la dignidad de la persona, y amparar sus derechos inalienables.

Como otros años tengo que referirme al valor de la vida humana y a la defensa y promoción de la vida familiar, pero con más razón este año en que se ha celebrado el sínodo de obispos sobre la vocación y misión de la familia, prolongando la reflexión del sínodo que se celebró el año pasado. La Iglesia es consciente de las amenazas que se ciernen sobre el matrimonio y la familia, y trata de acercarse con voluntad de ayuda y cooperación para lograr el fortalecimiento de esta institución natural, querida por Dios para la procreación y desarrollo de la persona humana. La amenaza que para la familia supone la ideología de género ha sido calificada por el Papa Francisco de dura colonización ideológica de las personas y las sociedades.

Los obispos hemos elaborado un nuevo plan pastoral en el que reconocemos cómo se ha extendido entre nosotros un estilo de vida secularizado, pero las personas no están tan alejada en su conjunto de la Iglesia como se pretende, siguen viviendo a la luz de la visión del mundo y del hombre que nos ha traído Jesús, aun cuando practique menos que en tiempos pasados. En las parroquias hay vida y grupos cristianos fieles y apostólicos, a los que queremos animar a no cejar en el testimonio de Jesús. Queremos afrontar con esperanza la necesaria evangelización de la sociedad en nuestro tiempo, porque la transmisión de la fe es la tarea misionera de la Iglesia. Somos realistas, porque somos conscientes de los males que aquejan a la sociedad y del malestar de la cultura de nuestro tiempo, pero al mismo tiempo somos esperanzados, porque nos apoyamos en Dios y creemos que Cristo Jesús vino para salvarnos, ha vencido la muerte y es verdadero y único Señor de la historia humana, porque es el Salvador del mundo.

Deseo que la celebración de la Navidad fortalezca en todos los hogares cristianos esta confesión de fe en Dios y en Jesucristo; y que estos días de fiestas navideñas renueven en nosotros los sentimientos de entendimiento y concordia entre todos. Que la Navidad despierte en nosotros sentimientos de verdadera fraternidad y solidaridad con los más pobres y necesitamos, y que no nos olvidemos de los enfermos y encarcelados, de cuantos viven solos o abandonados, al margen de la sociedad, y de aquellos que están alejados de la Iglesia y han perdido la fe.

Felicito a los hermanos de la Iglesia ortodoxa y a las comunidades evangélicas, a los que sentimos cerca y con los que adoramos al Hijo de Dios hecho carne.

Mi cordial saludo y bendición para todos en estas fechas entrañables, deseando que Dios bendiga a cuantos buscan el bien y la paz. ¡Feliz Navidad!

Almería, 24 de diciembre de 2015

Nochebuena

+ Adolfo González Montes

Obispo de Almería

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