Inauguración del Curso Académico 2013/14

Discurso de Mons. González Montes, Obispo de Almería.

M. I. Sres. Sr. Rector del Seminario Conciliar, y

Director del Centro de Estudios Eclesiásticos

Estimados Profesores,

Queridos alumnos

Señoras y señores:

Abrimos hoy un nuevo Curso académico en este Centro de Estudios Eclesiásticos, que, después de una primera etapa de reconstrucción institucional como Instituto Superior de Teología, viene afianzando su trayectoria académica durante la última década mediante la puesta en práctica de una delicada operación. Me refiero de modo particular al cambio generacional del profesorado, hoy bien distinto del primer plantel docente del Seminario que hubo de componerse al retorno a la capital de la diócesis de los seminaristas diocesanos, después de más de cinco lustros de su integración plena en el alumnado ordinario de la Facultad de Teología de Granada.

En efecto, cualquiera que se detenga un poco en examinar el profesorado actual verá que en el elenco del profesorado que corresponde a este año nuevo curso académico, de los 36 profesores que imparten sus clases en el Centro de Estudios Eclesiásticos de Almería, 19 de ellos se han incorporado a la docencia en estos últimos años. Un número verdaderamente significativo, si se tiene en cuenta además que no todos los profesores que imparten sus clases en este Centro lo hacen todos los años, dado el carácter cíclico de algunas materias, sin que dejen de cumplirse los objetivos del nuevo Plan de Estudios, muy aquilatado en estos últimos cursos y confeccionado conforme a las directrices del llamado «Plan Bolonia».

Por otra parte, debe considerarse que esta incorporación de nuevos profesores ha requerido, en un buen número de casos, la adquisición de la graduación superior universitaria de doctorado o licenciatura (máster en la nueva configuración de titulaciones) en las ciencias eclesiásticas y en las distintas ramas de humanidades, para poder impartir las materias que el Centro les ha confiado. Lo cual supone un cambio generacional en el profesorado que no hubiera sido posible sin la generosa prolongación de algunos años más en la docencia de aquellos profesores a quienes correspondería una jubilación más temprana. A estos profesores quiero agradecerles públicamente su disponible generosidad. Su entrega a la labor académica en el Centro de Estudios Eclesiásticos nos permite hoy contar con una muy amplia renovación de los nuevos docentes en el mismo. Entre los que han hecho posible esta renovación quisiera mencionar al Prof. Dr. D. Antonio Rodríguez Carmona, formador de sacerdotes y maestro de tantos jóvenes docentes que ha combinado su docencia en la Facultad de Teología de Granada con su presencia en nuestro Seminario, y que este año ha dejado de impartir sus clases de Nuevo Testamento en el Centro de Estudios Eclesiásticos de Almería. También al Prof. Dr. Francisco Alarcón y Alarcón, que ha pronunciado hoy la lección inaugural del nuevo curso, que él quiere sea su último curso académico. Su acreditada labor docente como profesor de Teología dogmática ha sido muy estimada por las distintas generaciones de alumnos que han tenido la suerte de contar con su docencia. Vaya a ambos nuestro agradecimiento y el testimonio de nuestra estima.

La labor académica en esta casa, por lo demás, no hubiera sido posible sin la igualmente generosa contribución de los profesores de la Universidad de Almería que con su desinteresada colaboración han aportado las titulaciones requeridas para la docencia y su cotidiana labor como maestros en Filosofía y Humanidades. Permítanme hacer mención de los profesores doctores D. Ramón Martínez Tapia, D. Nazario Yuste Rosell y D. José Ramos Santander.

En este proceso de cambio generacional y renovación del profesorado del Centro de Estudios Eclesiásticos, la diócesis de Almería está realizando un esfuerzo muy grande al tener que afrontar el cambio generacional del elenco de docentes de las materias que contempla el Plan de Estudios. Para ello ha sido preciso enviar a jóvenes sacerdotes a obtener la necesaria graduación superior en las Universidades pontificias y católicas que imparten las titulaciones necesarias. Esto trae consigo la privación por unos años del ministerio pastoral de los sacerdotes que estudian fuera de la diócesis; o la disminución de la actividad pastoral de quienes combinan sus estudios con el ejercicio del ministerio en la diócesis, lo que supone para todos, pero sobre todo para ellos en particular un notable sacrificio, que quiero asimismo ponderar y agradecer públicamente. Lo que hago además, invitando a todos a considerar que sin este sacrificio la diócesis dejaría de dotarse de aquellos sacerdotes cualificados por sus estudios sin los cuales no sólo no podría funcionar el Centro de Estudios Eclesiásticos, sino también se vería privada del valioso servicio que prestan a la vida diocesana los sacerdotes que han cultivado y se ocupan en las ciencias eclesiásticas.

En una diócesis la cura pastoral tiene siempre que tener en cuenta la obligada formación de los sacerdotes en los Estudios Eclesiásticos y su formación permanente. Sin aquellos sacerdotes de superior especialización no sería posible ni lo uno ni lo otro, y el empobrecimiento cultural del clero diocesano terminaría por bloquear y hace estéril una cura pastoral de espaldas a la preparación cada vez mayor de la sociedad. Se hace necesaria la preparación cultural del clero que requiere la predicación y el obligado diálogo con la cultura que es parte de la nueva evangelización. Esta preparación del clero no podrá ser una realidad palpable sin el conocimiento de la historia de la Iglesia y de la Teología, y sin los conocimientos fundamentales de Filosofía y Humanidades que le permitan interpretar el curso de los hechos sociales y la ubicación histórica y pública de la Iglesia en la sociedad actual. La formación sacerdotal es necesaria hoy como siempre, pero la complejidad de la sociedad de nuestro tiempo y el dinamismo secularizador de la cultura contemporánea requiere que los candidatos al ministerio ordenado accedan a las sagradas Órdenes debidamente preparados.

Si la mayor de las inversiones de una sociedad es la inversión en recursos humanos, con miras al desarrollo de las capacidades de todos para la construcción del bien común y el justo ordenamiento de la vida privada y pública, la Iglesia como cuerpo y realidad social al mismo tiempo que espiritual requiere asimismo de la formación de todos sus miembros, pero muy en especial de sus ministros, y de su permanente actualización; como puso de relieve al comienzo de los pasados años noventa la Exhortación sobre la formación de los sacerdotes en la situación actual Pastores dabo vobis, de Juan Pablo II, de la cual se han cumplido ya veinte años llenos de fructíferos efectos para la vida de la Iglesia y la renovación de la formación sacerdotal conforme a la mente del II Concilio Vaticano. Así lo vienen manifestando los Papas y el magisterio eclesiástico en su conjunto. Así lo exigen, queridos profesores y seminaristas, los diversos Directorios para el ejercicio de los ministerios ordenados, formación de la cual es animador y moderador el Obispo.

La formación permanente, por lo demás, es asimismo necesaria como medio e instrumento valioso para el profesorado. Es del mayor interés para la vida de un Centro de Estudios Eclesiásticos como el nuestro la permanente actualización del profesorado, que tiene en los departamentos —constituidos según el marco académico y de investigación de las diversas materias, agrupadas por su propio género— un instrumento idóneo para el recíproco estímulo para el estudio permanente y la actualización constante. En este sentido la confrontación de publicaciones, manuales utilizados en la docencia, y otros materiales que unos y otros profesores conocen, ayuda al
conjunto del cuerpo docente a coordinar mejor la acción de los profesores y a ordenarlo.

Es de la mayor importancia que todas las materias tengan uno o dos manuales de referencia, que, en el caso de las materias eclesiásticas propiamente tales, deben contar con la aprobación que representa la licencia eclesiástica. No basta la ilustración audiovisual o documental, ni siquiera las Notas de clase; para la buena formación de los alumnos se precisa que éstos cuenten con al menos un manual de referencia. Además de usar los manuales que la Biblioteca pone al servicio de profesores y alumnos, éstos deben esforzarse por contar con los manuales propios y, en el caso de los alumnos, éstos deben ir haciendo su propia biblioteca básica, como proceso de estudio y de aprendizaje de contenidos y hace estimable la selección de los libros que se adquieren y que se leen y consultan con cierta frecuencia. Un estudio ordenado no puede darse sin otro recurso que el de las fotocopias, exponente del desinterés por los libros. También los ordenadores requieren un uso provechoso y razonable en el conjunto del aprendizaje y búsqueda de conocimientos.

No quiero dejar de aludir al estímulo que supone la Extensión Cultural del Centro, que funciona en colaboración con el Instituto Superior de Ciencias Religiosas y nutre cuantas actividades organiza la Extensión Cultural de la diócesis y la misma Formación Permanente de los sacerdotes, que organiza la Vicaría Episcopal para el Clero.

Queridos profesores y alumnos, el reto que la formación sacerdotal representa responde a la promoción y defensa de nuestra causa, razón de cuanto hemos empeñado — y todo es poco— en el buen funcionamiento del Centro de Estudios Eclesiásticos de nuestro Seminario Conciliar. Bien podemos decir, que en ello ponemos en juego nuestro propia acción ministerial, porque en realidad causa nostra agitur.

Que el nuevo curso académico que hoy inauguramos sea rico en dedicación y equipamiento para el mejor ejercicio del ministerio que Cristo nos ha confiado. Todo cuanto se haga por la formación de los seminaristas necesita de la entrega de éstos al estudio y de apertura a la acción espiritual de sus maestros y formadores.

Queridos seminaristas, que al recorrer el último tramo de este Año de la fe, el fervor del seguimiento del Señor, estimule en todos vosotros el deseo de contar con la formación que la Iglesia quiere que vosotros adquiráis para ser servidores de aquellos que se os confiarán mañana a vosotros como ministros del Evangelio y pastores inmediatos de las comunidades cristianas. Que la Virgen María nos ayude a todos a lograrlo del Señor de la mies.

Queda inaugurado el Curso académico 2013/2014 en el Centro de Estudios Eclesiásticos de Almería.

Almería, a 23 de septiembre de 2013

+ Adolfo González Montes

Obispo de Almería

Presidente Moderador

Centro de Estudios Eclesiásticos

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