La celebración del Jueves Santo en la mañana se adelantaba al Miércoles Santo con la celebración de la Misa Crismal, llamada así porque en ella el Obispo consagra el Santo Crisma y el óleo de los catecúmenos y el de enfermos.
Esta Misa, además, fue el marco en que todos los sacerdotes renovaron sus pro-mesas sacerdotales, ante el Obispo, que en nombre de la Iglesia recoge esta renovación. Este año han sido 100 los sacerdotes que han acudido a esta llamada, invitados por Mons. González Montes a participar de esta Misa tan significativa.
En su homilía el Obispo invitó “a superar esa sutil forma de mundanidad que es la «mundanidad espiritual» que se camufla incluso de fervor y de unción, pero es cesión a la vanidad y a la apariencia de santidad”. E invitaba a todos los sacerdotes presentes a “ser un ejemplo a seguir por los fieles cristianos, por vuestra aspiración humilde a la santidad. Lejos de vosotros ser delatores del yerro de los hermanos, dando curso a las sospechas fundadas en rumores que se convierten en calumnia. Lejos de vosotros la difusión interesada de los defectos y errores de los demás”.