La buena gestión de la economía parroquial 10 claves, por FERNANDO GIMÉNEZ BARRIOCANAL,

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Las parroquias son comunidades de fieles constituidas de forma estable encomendadas a un párroco bajo la autoridad del obispo diocesano. Una buena gestión económica es fundamental para cumplir su misión. A ello pretende contribuir el Curso de Gestión Económica Parroquial, organizado para este curso por la Vicesecretaría para Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal Española en colaboración con la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Eclesiástica San Dámaso. Veamos las diez claves para llevarla a cabo.

  1. Conocimiento de las normas canónicas y civiles

Antes de comenzar a gestionar una parroquia es importante tener unos conocimientos básicos de la regulación canónica en materia económica, tanto la universal como las normas diocesanas. Asimismo, es imprescindible tener nociones básicas de la economía general en materia de contratos, cuentas corrientes, funcionamiento operativo, etc. De manera particular, deben conocerse las obligaciones de la parroquia en materia fiscal.

  1. Honradez y diligencia de un buen padre de familia 

La administración de los bienes en la Iglesia requiere un especial cuidado. Por ello, todos los administradores deben tener acreditada honradez y a su vez capacidad de administración diligente, dice el Código de Derecho Canónico, como «un buen padre de familia» (c. 1284). Ello implica alimentar la fe en el día a día con una vida de oración, formación y participación en los sacramentos. Se trata de un aspecto imprescindible tanto para clérigos como para laicos que participan en la gestión de los bienes.

  1. Conocimiento profundo de la realidad parroquial 

Es importante que los administradores conozcan en profundidad la realidad social, personal y jurídica de la parroquia, así como de las distintas realidades que puedan existir en la misma y cómo se relacionan con la parroquia. Deberán analizarse pormenorizadamente todas aquellas realidades que tengan algún tipo de movimiento económico —un grupo parroquial, una cofradía, una institución religiosa…— para analizar cuál es su relación con la parroquia y cómo debe integrarse, en su caso.

  1. El Consejo Económico Parroquial 

Las parroquias deben tener un Consejo Económico formado por fieles que puedan acompañar al párroco en la administración y seguimiento de la parroquia. Dicho acompañamiento tiene que ver con todos los aspectos con implicación económica, como son la captación de recursos, el empleo de los mismos, la contratación con terceros… Es importante hacer un esfuerzo para contar con buenos consejos económicos que acompañan, orientan y ayudan al párroco en todas sus decisiones de ámbito económico. El Consejo Económico Parroquial no suplanta la responsabilidad del párroco ni gobierna la parroquia, sino que su misión es la de ofrecer las herramientas para la puesta en marcha de los planes de actuación que se hayan decidido desde el Consejo Pastoral.

  1. El presupuesto parroquial y su seguimiento 

Toda parroquia debe contar con un presupuesto de ingresos y gastos que permita, conociendo la realidad de la misma, establecer las prioridades de actuación y de gasto correspondientes, y llevar a cabo el seguimiento mensual de dichos objetivos, corrigiendo aquellas cuestiones que sean necesarias. Los presupuestos deben ser realistas y construidos sobre la base de las prioridades establecidas por la pastoral.

  1. Buenas prácticas en la gestión del gasto 

Es muy importante que todos los gastos que realice la parroquia se efectúen de acuerdo con la ley, es decir: todas las compras con el IVA correspondiente, los pagos de personal conforme a la legislación, evitar los pagos en efectivo, etc. Adicionalmente, hay que establecer mecanismos de contratación eficientes, con varios presupuestos a elegir de cada compra, con rotación de proveedores y selección de los mismos con base en criterios objetivos y no basados simplemente en criterios personalistas o de amistad. Deben establecerse mecanismos que garanticen la transparencia del proceso y eviten posibles actuaciones incorrectas e ineficientes.

  1. Concienciar a los fieles sobre el sostenimiento de la parroquia

Es absolutamente imprescindible trabajar en la concienciación de los fieles sobre la necesidad del sostenimiento de la parroquia, optando de una manera inequívoca por el compromiso periódico mensual. Todo ello sin excluir otras posibles fuentes de financiación, que deberán ser analizadas caso a caso.  Esta labor no solo incumbe al párroco, sino de manera especial a los laicos y, particularmente, a los miembros del Consejo Económico Parroquial.

  1. En comunión con la diócesis 

La gestión económica de la parroquia no puede ser ajena a la economía diocesana. Deben respetarse en todo momento las normas existentes en la diócesis, siempre en un espíritu de comunión eclesial, con plena disposición a compartir recursos humanos, materiales y financieros. La parroquia pertenece a una realidad mayor, que es la Iglesia local, y se debe concienciar de esta situación a todos.

  1. La transparencia como razón de ser 

Un elemento clave de la gestión es, sin duda, convertir la transparencia en la seña de identidad de nuestra parroquia, dando a conocer con total naturalidad a todos los que se acercan la realidad económica de la parroquia, de dónde vienen sus recursos y qué actividades concretas se han financiado con los mismos. También debe informarse de otros aspectos relativos a la buena gestión. La transparencia no es solo una obligación, sino que brinda una oportunidad para seguir evangelizando. La publicación de las cuentas periódicamente en todos los soportes adecuados —dando razón de las cantidades recibidas y, sobre todo, del destino de las mismas—, debe ser una práctica habitual en todas las parroquias.

  1. Los fines de la Iglesia, en el centro de la gestión 

La gestión económica no puede ser un elemento autónomo de la propia realidad y misión de la parroquia. Todos los bienes de la parroquia están destinados a los fines propios de la Iglesia, es decir, al anuncio gozoso de la buena noticia, a la celebración de la fe vivida en comunidad y a la caridad como experiencia del encuentro con el prójimo y más necesitado, donde se refleja el rostro mismo de Cristo.

Fernando Giménez Barriocanal,

Vicesecretario de Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal Española

Publicado el 18 de octubre de 2025, en Eclessia

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