
“Damos gracias a Dios por tantos testigos que dieron su vida por Él, especialmente por los beatos mártires —una laica y cuatro sacerdotes de Adra— que fortalecen nuestra fe.” Con estas palabras comenzó la monición de entrada de la celebración de la jornada martirial que tuvo lugar en la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Adra, donde el presbiterio diocesano y la comunidad se reunieron para honrar la memoria de sus mártires y renovar su testimonio cristiano.
Una celebración diocesana llena de fe y gratitud
La Eucaristía fue presidida por nuestro obispo D. Antonio Gómez Cantero, acompañado por el Vicario general, el Delegado episcopal para la Causa de los Santos, el Delegado del clero y párroco de Adra, Samuel Olvera. En el amplio presbiterio se reunieron además una veintena de sacerdotes de la diócesis, en un signo de comunión y fraternidad presbiteral.
Los tres diáconos que serán ordenados el próximo 29 de noviembre sirvieron la palabra y el altar. La celebración contó también con la participación del coro parroquial, miembros de hermandades y cofradías de la localidad, el alcalde de Adra y numerosos fieles que quisieron unirse a esta acción de gracias.
“El mártir no es un fanático, sino un testigo del amor más grande”
En su homilía, nuestro obispo D. Antonio recordó que “el mártir no es un fanático ni un héroe, sino el testigo del amor más grande: el amor que se entrega sin esperar nada a cambio”. Subrayó que también hoy existen otras formas de martirio: los padres que se entregan por sus hijos, quienes luchan por la justicia o los sacerdotes y religiosas que viven su vocación sirviendo cada día con fidelidad y sacrificio. “El martirio —dijo— es la expresión suprema del amor cristiano.”
Memoria agradecida de los mártires de Adra
Al concluir la celebración se proclamó la memoria de los mártires abderitanos: la beata laica Carmen Godoy Calvache y los cuatro sacerdotes mártires que ofrecieron su vida por Cristo durante la persecución religiosa del siglo XX. De todos ellos se recordó su historia de fe, esperanza y caridad, vividas hasta el extremo, y se dio gracias por su ejemplo, “semilla de santidad para esta tierra de Almería”.
Ellos y sus compañeros mártires son hoy ejemplo luminoso para toda la comunidad cristiana de Adra y de la diócesis de Almería.

