
En el domingo de la infraoctava de Navidad celebramos la fiesta de la Sagrada Familia que este año coincide con la clausura en las diócesis del año jubilar de la esperanza.
La liturgia, de la mano de san Mateo (2.13-15.19-23) nos propone este domingo dos escenas exclusivas de este evangelio con las que el autor quiere plantear la siguiente cuestión: Si Jesús había nacido en Belén, ¿por qué le llaman nazareno? En la respuesta a esta cuestión se da mucha importancia a los topónimos de Egipto y Nazaret.
El relato de los hechos se enmarca en una doble dirección. Por un lado, la persecución al Niño y, por otra, la acción de Dios que se vale de José que escucha en sueños la voz de Dios que le dice, una vez que los sabios de Oriente se marcharon, «levántate, y coge al niño y a su madre, y huye a Egipto» (v. 13). Herodes el Grande (39 – 4 a. C.) buscaba al niño para matarlo. La situación descrita recuerda la vida de Moisés narrada en el libro del Éxodo: la matanza de los niños inocentes (cf. 1, 15-16), la huida de la corte (cf. 3,14-15) y la vuelta a Egipto cuando habían muerto los que intentaron acabar con él (cf. 4,19-23). San Mateo presenta a Jesús en el relato como el nuevo Moisés libertador del pueblo.
La segunda parte del texto narra el establecimiento de la familia en Nazaret que, según el parecer del escritor sagrado, no se debió al hecho de que María y José vivieran ya allí, sino por el peligro que suponía permanecer en Belén, reinando en Judea Arquelao, uno de los muchos hijos de Herodes, con fama de cruel.
Con estas notas históricas, de idas y venidas, el evangelista quiere transmitir desde el primer momento que la persecución será una constante en la vida de Jesús. La citación del profeta Oseas, «de Egipto llamé a mi Hijo» (11,1), recuerda la situación padecida por la familia de Jacob en ese mismo país (Gn 46,1-7). Dios llama a su Hijo de Egipto, porque quiere empezar bajo su liderazgo el nuevo y definitivo éxodo que libere al pueblo de la esclavitud. El Hijo de Dios se convierte en hijo de los hombres, asumiendo las penurias y dificultades de su pueblo desde una aldea desconocida y sin brillo.
En este domingo tengamos presente a los millones de personas que sufren persecución y destierro. Actualmente se estimaba que hay 42,7 millones de personas exiliadas de sus países. Hoy, también, celebramos la Jornada de la Sagrada Familia con el lema propuesto de «Matrimonio, vocación de santidad». Pedimos que el hogar de Nazaret sea referencia de nuestras familias y de la Iglesia.
Manuel Pozo Oller
Párroco de Montserrat

