Pregunta: Fraile y poeta, una combinación que parece que en la historia encontramos con frecuencia, pero que actualmente nos suena un poco rara, ¿no?
Respuesta: Sí, es verdad, parece extraño que algo que ha estado tan unido ahora nos parezca casi una curiosidad de museo, como tú bien dices. Yo soy franciscano, y si soy franciscano es porque un poeta, Francisco de Asís, eligió este modo de vida que yo sigo. Hay una larga tradición: Fray Luis de León, San Juan de la Cruz… La historia de la Iglesia y de la literatura está llena de ejemplos en los que estos dos caminos se cruzan. Así que siento alivio y consuelo al pensar que, en realidad, lo mío no es tan raro.
Pregunta: En la charla mencionaste el tema de «orar con la palabra». Hablabas de «la palabra» con minúscula y con mayúscula. ¿Es posible orar también con palabras humanas?
Respuesta: Solo podemos orar con palabras humanas, de la misma manera que solo podemos sentir con un cuerpo humano o vivir una vida humana. La palabra con minúscula es el caudal del que se nutre la Palabra con mayúscula. Sin palabras humanas, no hay Palabra. Nos valemos de las palabras que tenemos, las del día a día, y ellas nos llevan a lo sagrado, a lo eterno.
Pregunta: ¿Dirías que falta poesía en la Iglesia?
Respuesta: Mucha. Pero, gracias a Dios, creo que estamos tomando conciencia de eso. Antes del verano, el Papa escribió una carta preciosa sobre la literatura, y en su última encíclica, Dilexit Nos, hace referencias a la poesía, a la lentitud, a la delicadeza. Porque sin poesía, sin esa sensibilidad, sin ese tiempo de contemplación, no hay nada.
Pregunta: Eres especialista en el libro de Job; de hecho, hiciste tu tesis doctoral sobre él. ¿Qué mensaje tiene Job para el mundo herido de hoy?
Respuesta: El gran mensaje de Job, para ayer, hoy y siempre, es que el vínculo, el encuentro, la relación, son posibles. A pesar de las sombras, del dolor, de las pruebas, vivir es bueno. Vivir no es una prueba en la que debemos demostrar algo; vivir es un regalo, una oportunidad de ser un don para los demás. Eso es lo que Job llega a comprender, y creo que es una lección eterna para nuestra humanidad.