El sacerdote salesiano y capellán del Centro Penitenciario de Jaén explica en una conferencia la labor de la Iglesia en el área de la Pastoral Penitenciaria

Diócesis de Almería
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La tercera jornada de la Semana de la Pobreza en Jaén, organizada por la Vicaría de Caridad y Acción Social con motivo de la III Jornada Mundial de los Pobres, ha tenido como protagonista a la Pastoral Penitenciaria. El sacerdote salesiano y capellán del Centro Penitenciario de Jaén, José González, ha impartido una conferencia en el Salón de Actos de la Parroquia de Cristo Rey, en la que ha analizado la labor que se desarrolla por parte de la Iglesia jiennense en esta área. Ha subrayado que las personas privadas de libertad se encuentran “en la periferia de las periferias”, no solo físicas, sino también existenciales. En distintos momentos de su intervención se ha remitido a las palabras pronunciadas por el Papa Francisco en la homilía del jubileo de los presos, en el Año de la Misericordia, como: “Una cosa es lo que merecemos por el mal que hicimos y otra cosa distinta es el ‘respiro’ de la esperanza, que no puede sofocarlo nada ni nadie. Nuestro corazón siempre espera el bien. Se lo debemos a la misericordia con la que Dios nos sale al encuentro sin abandonarnos jamás”. En esta línea, González ha sentenciado que “se puede quitar la libertad, pero no la dignidad de la persona”. “Vivimos sujetos a una mentalidad justa, y más que justa justiciera. La Iglesia ha dejado claro que no está conforme con la prisión permanente revisable. Las personas pueden cometer un error, pero no se les puede negar la capacidad de reinserción. No podemos conformarnos con una sociedad justiciera”, ha reivindicado el sacerdote al comienzo de su conferencia.
Se puede quitar la libertad, pero no la dignidad de persona. Vivimos sujetos a una mentalidad justa, y más que justa justiciera. Hace poco se hablaba de la cadena perpetua. La Iglesia no está conforme con la prisión permanente revisable. Las personas pueden cometer un error, pero no se les puede negar la capacidad de reinserción. No podemos conformarnos con una sociedad justiciera. “Son vidas con pasado, pero sin ningún futuro. Son vidas muy dañadas por tanto dolor que a veces no sabemos cómo calmar tanto sufrimiento. El Papa habla de una Iglesia como hospital de campaña donde sanar, donde aliviar el dolor”, ha recordado. Por eso ha recordado una frase del pontífice en esta línea: “Para hablar de esperanza con quien está desesperado se necesita compartir su desesperación; para secar una lágrima del rostro de quien sufre, es necesario unir a su llanto al nuestro”. Por ello, ha aseverado: “Un cristiano no puede decir que cree en la pena de muerte o en la cadena perpetua, porque Dios es misericordia. Ese es el Dios de la Misericordia que tenemos que anunciar”.
El sacerdote salesiano y capellán del Centro Penitenciario de Jaén, José González, durante la conferencia de la Semana de la Pobreza.
¿Qué es la Pastoral Penitenciaria?
González ha explicado que la Delegación de Pastoral Penitenciaria es un organismo diocesano que colabora con el obispo en la dirección, promoción y coordinación de la actividad pastoral y es una pastoral de justicia y libertad, que abarca toda la acción de la Iglesia en el ámbito penitenciario. Está coordinada por el Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española. En cuanto a la acción dentro de las prisiones, ofrece asistencia religiosa, escucha y atención humana a la población reclusa en los Centros Penitenciarios. Asimismo, pretende crear espacios humanos, contrarrestar sufrimiento, recuperar habilidades perdidas, devolver autoestima, dotar de sentido existencial, potenciar el cambio personal y enriquecer el campo de experiencias personales. En la misma línea, procura tender puentes entre la sociedad, la comunidad cristiana y la prisión, para hacer lo más efectiva posible la reinserción social. González ha destacado la implicación de algunas parroquias de la Diócesis en la Pastoral Penitenciaria.
En cuanto a la misión de la Pastoral Penitenciaria, el sacerdote salesiano ha fijado evangelizar, humanizar, servir de puente, informar y sensibilizar, promover y formar agentes de pastoral, apoyar y coordinar recursos y servicios, atender a familias y acoger, entre otros fines. “Cáritas hace unos proyectos preciosos en los que jóvenes de la UJA desarrollan allí sus actividades. Tocando el dolor aprenden más que en clase sobre determinados aspectos”, ha opinado. También ha explicado que la Pastoral Penitenciaria centra su trabajo en la prevención educativa para erradicar las causas de la delincuencia, en el acompañamiento durante la privación de libertad, en la promoción de la justicia en la víctima y en la reinserción social. En este último punto se ha referido al Programa Nazaret, impulsado por Cáritas Diocesana de Jaén.
Con respecto a la metodología, ha concretado que se materializa través de programas de atención integral que incentiven el crecimiento en la fe y provoque cambios de actitud en los recursos. También con un grupo de voluntarios -más de 40 en la actualidad- con vocación de servicio, así como a través de programas de promoción social integral. Las áreas de intervención son la religiosa, la social y la jurídica, aunque, según ha lamentado, esta última necesita un empuje ante la falta de profesionales en ese ámbito. Se prestan muchos cursos: autocontrol, violencia de género, informática, “matemagia” y lugares del mundo, salud e higiene, Biblia, catequesis de Confirmación, conflictos en familia, dependencias, conflictos de pareja, orientación laboral, autoestima, inteligencia emocional y prevención de recaídas, entre otros. También durante su conferencia se ha dado lectura a cartas de internos en los que muestran sus inquietudes. Entre las demandas, un hogar de acogida para que pueda acoger a los internos a los que se les conceden permisos penitenciarios y que carecen de un lugar al que ir.
Oración-reflexión
La conferencia ha estado precedida por una oración-reflexión, dirigida por el delegado de Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Jaén, José Luis Cejudo. En ella, se ha reflexionado sobre las cruces a las que se tienen que enfrentar las personas internas y el papel que debe jugar la Iglesia en su acompañamiento.

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