El Obispo diocesano Mons. González Montes bendecía el pasado 26 de junio la casa rehabilitada de las Franciscanas de la Purísima de Vera. La casa conventual fue construida anexa con la capilla de la Virgen de las Angustias, Patrona de la ciudad, en una finca donada para construir la residencia que hasta finales de los años noventa tuvieron las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Una vez que las Hermanitas abrieron la residencia con que cuentan en Huércal Overa, el convento de Franciscanas pasó a la diócesis y hace algo más de veinte años D. Domingo Fernández Navarrete, párroco que fue de la Encarnación de Vera y párroco actual de Garrucha gestionó la entrega del convento a la comunidad de Franciscanas de la Purísima.
La casa conventual de Vera ha sido completamente rehabilitada, al amparo de la autoridad del Obispo diocesano, que en su día otorgó la autorización, deseoso de favorecer la vida religiosa y el carisma de las Franciscanas de la Purísima tan estrechamente ligadas a la diócesis. Esta rehabilitación afianza a las religiosas en el pueblo natal de su fundadora, siendo para las jóvenes atraídas por el carisma de la Congregación, procedentes de distintos países, una casa de referencia en una ciudad como Vera, cada día más universal por su industria turística y su gastronomía, animada por la vida comercial que la caracteriza, dotada de múltiples iniciativas. En la vocación al carisma franciscano de Madre Paula ejerce una singular atracción sobre las jóvenes franciscanas llegar a besar la pila bautismal, donde Paula de Jesús recibió las aguas regeneradoras del bautismo. Recuperada de un cierto abandono, la pila fue recuperada y restaurada en 2016 con la iniciativa y apoyo del cura párroco D. Carlos María Fortes, que cuenta con la ayuda de las Franciscanas en la pastoral parroquial.
Hecha la cesión de la casa conventual, la Superiora general aprobó el proyecto de restauración. La financiación ha corrido a cargo de la Congregación, con ayuda de algunos donativos particulares y del Ayuntamiento de Vera. La rehabilitación de la casa de las Franciscanas está destinada continuar con la labor social y caritativa que estas religiosas tienen en Vera. La casa cuenta, además, con espacios para que puedan venir más hermanas e incluso a pasar temporadas de retiro en la tierra de Madre Paula. poniendo también en marcha, un nuevo estilo franciscano que pastoralmente están promoviendo entre los jóvenes de la ciudad de Vera y otros venidos de distintos puntos de España, para participar en una «misión compartida», que les ofrece un conocimiento cercano y a su modo de hace juvenil de la Nueva Evangelización en la que está empeñada la Iglesia.
Una fundadora veratense
Las Religiosas Franciscanas de la Purísima Concepción fueron fundadas por la Madre Paula de Jesús Gil Cano, nacida en Vera, en la calle de Coletos que hoy lleva su nombre el 2 de febrero de 1849, hija de una familia muy pobre y numerosa. Debido a la escasez de recursos, su familia siendo pequeña la dejó en manos de las Hijas de la Caridad, en la cercana villa murciana de Lorca. La que había de ser fundadora de las Franciscanas nació y fue bautizada en Vera y, aunque no volvería más a su ciudad natal, nadie en vera deja de encomendarse a ella pidiendo su pronta canonización.
Desde joven quiso quedarse en la comunidad de san Vicente de Paúl que tanto había hecho por ella, pero la riada llamada “de Santa Teresa” que desbordó el caudal del Segura el 15 de octubre de 1879 anegando Lorca y la región murciana de la capital cambiaría el destino de su vida. La gota fría afectó por igual a Almería que a Murcia y a la zona de alicantina de Orihuela, sumiendo a la población en una experiencia de dolor que inclinó a Paula y a un grupo de mujeres aglutinadas en torno a ella a dedicarse a las niñas huérfanas de las inundaciones. Surgió así un compromiso de caridad con los necesitados que dio lugar al modo franciscano de vivir el carisma franciscano inspirado en la devoción a la Purísima Concepción de María y el seguimiento de Jesús que reclamaba san Francisco de Asís.
La Madre Paula de Jesús murió en Murcia en 1913, y en 1995 se abrió la fase diocesana del proceso de canonización, que concluyó felizmente en 1997. El 7 de julio 2017 el Papa Francisco firmaba el decreto que proclamaba a la religiosa como «Venerable», reconociendo la práctica heroica de las virtudes teologales y morales. Las Franciscanas de la Purísima son unas 400 hermanas repartidas en de 57 casas ubicadas en España y en varias ciudades de América y África.