La semana pasada, el Obispo diocesano, Mons. Adolfo González Montes, viajó hasta la población de El Chive, para consagrar el nuevo Altar del templo parroquial. El altar es signo de Cristo, que es llamado y es, por excelencia, el «Ungido», puesto que el Padre lo ungió con el Espíritu Santo y lo constituyó sumo sacerdote para que, en el altar de su cuerpo, ofreciera el sacrificio de su vida por la salvación de todos.
Se quema incienso sobre el altar para significar que el sacrificio de Cristo, que se perpetúa allí sacramentalmente, suba hasta Dios como suave aroma y también para expresar que las oraciones de los fieles lleguen agradables y propiciatorias, acompañadas del aroma de las buenas obras, hasta el trono de Dios.
El revestimiento del altar con manteles blancos y su iluminación con cirios indica que el altar cristiano es ara del sacrificio eucarístico y al mismo tiempo la mesa del Señor, alrededor de la cual los sacerdotes y los fieles, en una misma oración pero con funciones diversas, celebran el memorial de la muerte y resurrección de Cristo y comen la Cena del Señor. Por eso el altar, como mesa del banquete sacrificial, se viste y se adorna festivamente.
Tras estos ritos la Eucaristía prosiguió con la Liturgia eucarística.