Mediante los sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda vida cristiana.
La participación en la naturaleza divina, que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el origen, el crecimiento y el sustento de la vida natural. Los fieles renacidos en el Bautismo se fortalecen con el sacramento de la Confirmación y, finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna, y, así por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez con más abundancia los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad.
Con este sentir de la Iglesia, el pasado domingo, la parroquia de Cortijo de Marín vio cómo un grupo de africanos recibían los sacramentos de la iniciación cristiana, de manos del obispo diocesano, monseñor Adolfo González Montes. Un día de fiesta para toda la comunidad parroquial, pues con esta ceremonia quedó manifiesto el fruto de la acción misionera en África.