Mons. González Montes oficiará la celebración. Este sábado, 28 de noviembre, el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Adolfo González Montes, Obispo de Almería, concederá la admisión a las sagradas órdenes mayores en la capilla del Seminario diocesano a Eloy Huertas Aguado y a Javier Ruiz Pérez, a las 19:00h.
Eloy, de diecinueve años y procedente de la parroquia de Santa María de la Paz en El Ejido, ingresó en el Seminario menor en septiembre de 2003; o lo que es lo mismo: a la edad de trece años. Por aquel entonces, la motivación que le llevó a dar este paso era, según sus propias palabras, “un sentimiento desconocido que, luego supe, era vocación”. Aunque, como deja claro, también “el testimonio de mi párroco influyó en todo momento no sólo para decidirme a entrar, sino para muchas más cosas”.
Con una hermana menor, sus padres le apoyaron en todo momento cuando tomó la decisión de proseguir su formación en el Seminario y abandonar el I.E.S. Pablo Ruiz Picasso de El Ejido, donde cursó los estudios hasta primero de la ESO.
Después de este tiempo, afirma que su mayor descubrimiento diario es que “el Señor ha venido a llamar a los pecadores y no a los justos”. Vivencia que conjuga con la ilusión de su pronta admisión a órdenes mayores, ya que, según dice, “después de seis años en el seminario es la primera cosa importante que me van a dar”.
Con todo, no es ajeno a las dificultades que la sociedad de hoy en día presenta a un muchacho de su edad que decide consagrar su vida a Dios. Pero no se amedrenta. Comenta decidido que “no predicamos en el desierto. Les damos testimonios a chavales que pueden escuchar o pueden reírse de nosotros. Pero lo que sí le diría a un joven de hoy es: abre tu mente y tu corazón. Piensa por ti mismo y siente por ti mismo. No te cierres a lo que desconoces. Si tú piensas por ti y yo te digo ‘vamos a conocer a Dios’ y no vienes te respetaré. Pero si es la sociedad la que piensa por ti y te niegas a conocer nuevas cosas por miedo del qué dirán, entonces te llamaré inmaduro. Si algún día te decides a conocer cosas nuevas, a conocer a Dios, habla con el cura”. Un planteamiento y convencimiento que le mueve a buscar en Cristo su modelo y referente para desempeñar el ministerio del sacerdocio.
El proceso de Javier fue distinto. Este joven granadino de 22 años, natural de Ugíjar y el menor de cuatro hermanos, ingresó en el Seminario mayor directamente, puesto que con anterioridad estudió Magisterio de Educación Primaria en la Escuela Universitaria diocesana de Magisterio “La Inmaculada” de Granada durante tres años. Sin embargo, la inquietud por el sacerdocio que afloró desde su niñez nunca lo abandonó, “siempre me había llamado la atención y siempre me atrajo la posibilidad de ser sacerdote. Mi párroco en sí no influyó en mi decisión directamente, aunque si es verdad que siempre, tanto a él como a sus antecesores, los he tenido de referentes”, declara. Una decisión que no pilló por sorpresa a nadie de su entorno directo; padres, familiares y amigos, afirma Javier, “ya se lo imaginaban. Pienso que a lo largo del tiempo ya se habían ido haciendo a la idea”.
Tras su estancia en el Seminario, ha descubierto que “la vocación no es decir sí a Dios en un momento determinado, sino que es un sí continuo. No se trata de entrar en el seminario y ya está, sino de vivir en un sí continuo a lo que Dios nos ofrece y nos pide”.
Ahora vive su admisión a órdenes mayores “con mucha alegría y tranquilidad, confiando mucho en Dios y dejando que Él actúe”. Aunque consciente de los obstáculos que se presentarán a lo largo del camino que ha elegido. Según él, “pienso que la mayor dificultad es el desprendimiento, el mirar lo que dejas atrás y no mirar hacia delante. El dejarlo todo y seguir a Jesucristo es difícil en una sociedad en que los valores y contravalores que imperan nos arrastran, y es difícil dejarlos”.
Con vista al futuro, se marca el sacerdocio “no como un fin sino el sacerdocio como el comienzo. Para ello como fin más inmediato es el de seguir adelante, seguir con felicidad y entrega esta formación, tanto personal como intelectual”. Y en cuanto al momento presente en el que viven jóvenes de su edad, cree que “Dios sigue llamando, lo que es más difícil es responder positivamente a esa llamada, ya que la gran mayoría de los jóvenes están inmersos en una sociedad que se esfuerza por quitar a Dios, por silenciarlo, ofreciendo una serie de caminos que realmente llevan a una felicidad a medias y no a la verdadera y plena felicidad que se encuentra sólo en Dios”.