Dónde y cómo ganar la Indulgencia Plenaria en la diócesis durante el Año Jubilar Teresiano

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

El Santo Padre Francisco ha concedido una Año Jubilar teresiano a todas las diócesis de España, que tiene lugar del 15 de octubre de 2014 al 15 de octubre de 2015, concediendo la gracia jubilar de la Indulgencia plenaria. Así lo comunica la Penitenciaría Apostólica, que por mandato del Romano Pontífice ha decretado la concesión de la gracia jubilar en beneficio de todos los fieles verdaderamente arrepentidos que imploren la completa remisión de las penas contraídas por el pecado.

Esta gracia se otorga, conforme a la disciplina de la Iglesia, «con las condiciones acostumbradas: confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Romano Pontífice, que podrán lucrar una vez al día, y también podrán aplicar por las almas de los fieles todavía en el Purgatorio» (Penitenciaría Apostólica, Decreto de 24 de abril de 2014).

Así pues, teniendo en cuenta que se otorga a los obispos diocesanos la designación de los lugares en que podrá lucrarse la Indulgencia, con ánimo de fortalecer la comunión de la Iglesia diocesana en los bienes de la redención, así como de facilitar el acceso de la gracia otorgada por el Santo Padre, Mons. Adolfo González Montes, obispo de Almería, ha establecido como lugar ganar la Indulgencia plenaria la iglesia Catedral de la Encarnación, iglesia madre de la diócesis; y considerando la geografía diocesana y con el vivo deseo de acercar la gracia del perdón a los fieles, también ha designado la iglesia parroquial de la Asunción de Huércal-Overa.

Los ancianos y enfermos que se hayan internados en residencias y hospitales podrán recibir la gracia de la Indulgencia Plenaria acudiendo a la capilla u oratorio de las residencias de ancianos y de los hospitales, en los cuales se colocará un pequeño cuadro o imagen de santa Teresa de Jesús, ante la cual los fieles impedidos de peregrinar a la iglesia Catedral oren invocando la súplica del perdón divino, cumpliendo las condiciones establecidas por la Iglesia.

Del mismo modo, las personas completamente inmovilizadas en su domicilio y aquellas otras que por su enfermedad de ningún modo puedan acceder por sí mismas o con la ayuda de otras personas a la capilla u oratorio donde se hayan internadas podrán lucrar la gracia de la Indulgencia con orar ante una pequeña estampa o imagen de santa Teresa de Jesús allí donde se encuentren recluidas o inmovilizadas por motivo de su enfermedad.

Asimismo los reclusos privados de toda libertad podrán acudir a la capilla del Centro Penitenciario, a fin de que verdaderamente arrepentidos y deseosos de renovar su vida puedan recibir la gracia del perdón orando ante una estampa o imagen de santa Teresa de Jesús y cumpliendo, del mismo modo, las condiciones establecidas por la Iglesia de confesar y comulgar, y orar por el Papa.

Atendiendo al ruego de la Penitenciaría Apostólica, el Obispo exhorta al Penitenciario y al clero catedralicio y demás sacerdotes, seculares y regulares que tienen cura pastoral en las iglesias parroquiales o rectorales y conventuales, y los santuarios diocesanos, se dispongan con ánimo generoso a la celebración penitencial y administren la Sagrada Comunión a los enfermos, para que unos y otros fieles, en razón de sus posibilidades y estado puedan acceder a la gracia jubilar.

Se mantiene la disciplina penitencial relativa a los pecados reservados al obispo, que han de ser materia de confesión, para su absolución en el fuero sacramental, acudiendo al Penitenciario de la iglesia Catedral y al Penitenciario para el caso del Año Jubilar, que oirá a los penitentes en la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción de Huércal-Overa, de modo que la excomunión y censuras no declaradas «latae sententiae» puedan ser levantadas en el fuero interno en la confesión sacramental, necesaria para la plena reconciliación y la recepción de la Sagrada Comunión.

El obispo diocesano exhorta a todos los fieles a que, siguiendo el ejemplo de la mística Doctora, abran el corazón como morada al Señor, que llega con su gracia en este Año Jubilar de tan gran perdonanza, para dar cabida a la voluntad de Dios que hemos de suplicar constantemente conocer, diciendo con santa Teresa: «fortaleced vos mi alma y disponedla primero, Bien de todos los bienes y Jesús mío, y ordenad luego modos como haga yo algo por Vos que no haya ya quien sufra recibir tanto y no pagar nada. Cueste lo que costare. Señor, no queráis que vaya delante de Vos tan vacías las manos, pues conforme a las obras se ha de dar el premio. Aquí está mi vida, aquí está mi honra y mi voluntad».

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