El pasado sábado 11 de noviembre, se abrió de nuevo al culto la Capilla de la Asunción de la Catedral de la Encarnación. Se cerró para poder sanear las extendidas humedades que ocasionaba la pilastra que refuerza la fábrica de la Catedral por Levante en el lado derecho de la Puerta de los Perdones. Ha sido una operación costosa que el Obispado ha financiado íntegramente, una vez obtenida la preceptiva licencia civil para realizar la restauración juntamente con el repaso de cornisas, que sufrían graves desperfectos y desprendimientos. Con ocasión de estas obras de restauración, se ha aprovechando el cierre de la capilla para reponer en el retablo la sagrada imagen de la Asunción de la Virgen que había sido retirada tiempo atrás.
La Capilla de la Asunción es la antigua Capilla del Sagrario, levantada por el obispo franciscano fray Juan de Portocarrero (†1631) para la reserva del Santísimo Sacramento. Ampliada en el siglo XVIII, se ubicó en ella la parroquia del Sagrario. Durante la persecución religiosa del pasado siglo XX fueron destruidos el retablo, la imaginería y el amueblamiento de los que disponía. Al restaurarla en 1952 el obispo D. Alfonso Ródenas García, la dedicó a la Asunción de la Virgen María, con motivo de la proclamación del dogma de la Asunción por el venerable Papa Pío XII. Se confió la ejecución de un nuevo retablo al polifacético artista indaliano Jesús de Perceval (1915-1985), y las pinturas de la bóveda al pintor también almeriense Juan Ruiz Miralles (1930-2015).
Cerrada durante algunos años, fue acondicionada en los pasados años noventa, para acoger las imágenes titulares de la Hermandad del Prendimiento. Con la nueva ordenación, Obispado y Cabildo han devuelto la antigua capilla del Sagrario al culto de la Santísima Virgen en el misterio de la Asunción, colocando en la hornacina central del retablo la bella y graciosa imagen ascensional de la Asunción, para la cual Jesús de Perceval ideó el retablo . La imagen de la Asunción, obra de autor desconocido, salió probablemente de los talleres de arte de D. Félix Granda, de Madrid, que ayudaron a Mons. Ródenas García a reponer en los años cincuenta del pasado siglo el patrimonio diocesano destruido y perdido en la persecución religiosa de los años treinta.
Acompaña la imagen de la Virgen en el retablo una delicada imagen de San José con el Niño Jesús de la mano, de los nuevos talleres de arte sacro Santarrufina, de Madrid, obra concluida en 2016 y autoría del tallista rumano Cosmin Moldovan y policromía de Alfonso Sabalete. San José es el esposo de la Virgen Madre, custodio de la Sagrada Familia y patrón de la Iglesia y de las vocaciones sacerdotales, amado sobremanera por el pueblo cristiano.
Con ambas piezas de fina policromía viene a completar la imaginería del retablo la talla de San Fernando Rey, obra de la gubia del escultor granadino Daniel Gutiérrez Ruiz (1911-1993), recuperada con gran acierto por los talleres de Santarrufina. Dos tallas que escoltan la imagen de la Asunción de la Virgen, que se eleva en ascensional expresión al encuentro con Cristo resucitado.
La capilla se ha visto embellecida con las pinturas de los misterios gloriosos del Santo Rosario, obra de la pintora Dª Carmen Pinteño (Huércal-Overa 1937), un patrimonio, de cuño expresionista e indaliano, que narra la glorificación de María asunta a los cielos y coronada Reina de todo lo creado.
Al presente, dos de las imágenes de la cofradía se hallan colocadas en los laterales de la Capilla de la Asunción: la imagen de Jesús del Prendimiento, en el lado tradicional de la epístola; y la imagen de Nuestra Señora de la Merced, en el arcosolio del lado del evangelio. Cercana a la puerta ojival que da acceso desde la Catedral a la capilla se alza sobre pilastra la imagen del Cautivo.
Las nuevas piezas litúrgicas
Colocadas ante el retablo de Perceval, vienen a dar nueva configuración al presbiterio de la capilla las piezas litúrgicas que se han colocado en él: un nuevo ambón para la proclamación de la Palabra de Dios y en modo singular el nuevo altar. Ambas piezas en mármol de tres colores: blanco macael para la piedra de altar propiamente dicha y el atril del ambón sobre el que reposa el leccionario; y miel y rojo alicante para las pilastras de ambas piezas.
Merece especial atención el cubo en color miel que a modo de pilastra sostiene la piedra de altar, en el cual se ha abierto el cubículo del «Testimonium Martyrum», para deposición en él y custodia de algunas reliquias de los Mártires de Almería colocadas en una pequeña arqueta. Escoltando el cubículo, cuatro columnillas jónicas de color marrón dan marcada belleza al conjunto del altar, colocado en el centro del presbiterio bajo la cúpula de la capilla.
Al bendecir las imágenes del retablo y las piezas litúrgicas de mayor relevancia, como el ambón, y celebrar el rito de dedicación del altar, la Capilla de la Asunción se abre al culto en el marco de la Catedral de Nuestra Señora de la Encarnación, para edificación y santificación del pueblo cristiano, y para testimonio de la fe en Jesucristo Señor, sumo sacerdote de la nueva y eterna Alianza.
En las imágenes y representaciones de los misterios de Cristo y de María bellamente ejecutadas al servicio de la fe se cumplen una vez más las palabras del Vaticano II, cuando afirma: «La santa Madre Iglesia ha sido siempre amiga de las bellas artes, ha buscado constantemente su noble ministerio e instruyó a los artistas, sobre todo, para que las cosas destinadas al culto sagrado fueran realmente dignas, elegantes y bellas, signos y símbolos de las cosas celestiales» .