
El Día de la Iglesia Diocesana es una jornada de fiesta. Un día para celebrar lo que somos donde “recordamos y agradecemos nuestra pertenencia a una comunidad cristiana”. Y un Día para el agradecimiento y para tomar conciencia de que somos miembros de una gran familia. Lo que la Iglesia hace “es gracias al tiempo, las cualidades, la oración y el apoyo económico de todo el pueblo de Dios”.
El Día de la Iglesia diocesana es una ocasión para recordar que en el contexto social actual no es fácil reconocerse como creyente en muchos ambientes. Así, se nos invita a quitar ese “sentimiento” de “cierta vergüenza” y mostrarnos “orgullosos de nuestra fe”, de lo que somos y lo que hacemos, con humildad, convencidos de que Cristo y el Evangelio hacen de este mundo un lugar mejor.
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