«Unidos»

Carta pastoral de Mons. Antonio Ceballos Atienza, Obispo de Cádiz y Ceuta, con motivo de la Oración por la Unidad de los Cristianos 2011.

1. Semana de la Unidad 

Mis queridos diocesanos: 

La Semana de oración por la unidad de los cristianos que se celebra del 18 al 25 de enero, se ha convertido ya en una preciosa oportunidad para reflexionar no solo sobre la unidad de los cristianos sino también sobre la unidad interna de la Iglesia; unidad que pedimos confiadamente al Señor. Esta unidad no es solamente una exigencia de este momento, por el movimiento ecuménico en marcha, sino mucho más, por la  importancia decisiva que tiene esta unidad en unas horas, en que según nos advierte el Papa “se ha debilitado el sentido de unidad, de solidaridad y de caridad dentro de la Iglesia”.  

Ahora bien, nada más evangélico y, a la vez, más urgente que orar por la realización de aquel vehemente deseo de Cristo en la noche última de su vida: “Padre, que todos sean uno” (Jn 17, 21), y nada más obligado, porque como nos dice el Concilio Vaticano II: “Esta división contradice abiertamente a la voluntad de Cristo, es un escándalo para el mundo y daña la causa santísima de la predicación del Evangelio a toda criatura” (Decreto sobre el ecumenismo, Unitatis redintegratio n. 1). 

2. Unidos… 

El lema de este año es concreto y elocuente: “Unidos en la enseñanza de los apóstoles, la comunión fraterna, la fracción del pan y la oración”(Hch 2,42). El tema ha sido elegido por la Iglesia cristiana de Jerusalén para recordarnos la unidad en la que vivían los primeros cristianos, y que es necesario mantener. 

3. Cuatro elementos de unidad 

Los orígenes de la primera Iglesia de Jerusalén nos invita a recordar el tiempo en el que la Iglesia era aún indivisa; se trata de una vuelta a los fundamentos de la fe. 

Cuatro elementos se presentan para meditar y reflexionar sobre este tema; estos elementos fueron características destacadas de la comunidad cristiana primitiva y son esenciales para la vida de toda comunidad cristiana. En primer lugar, los apóstoles transmitieron la Palabra. En segundo lugar, una de las características fundamentales de la primera comunidad que creía cuando se reunía, era la comunión fraterna(koinonía). Una tercera característica de la Iglesia primitiva era la celebración de la Eucaristía (la “fracción del pan”), en memoria de la Nueva Alianza que Jesús realizó a través de sus sufrimientos, su muerte y resurrección. Por último, el cuarto aspecto era la ofrenda de una oración continua. Estos cuatro elementos son los pilares de la vida de la Iglesia y de su unidad. 

4. Origen de estas divisiones 

Brevemente recordemos que el mismo Concilio Vaticano II nos dice que el apóstol San Pablo lamenta ya en su tiempo unas incipientes divisiones en aquellas primeras familias cristiana, y siglos más tarde, en el año1054, se produjo la división entre oriente y occidente, y más tarde, en el siglo XVI se producen otras grandes divisiones dentro de la propia Iglesia de occidente, con la reforma protestante… Podemos decir que desgraciadamente la historia de los discípulos de Jesucristo está salpicada de divisiones, de ahí la fuerte llamada a la unidad. 

5. Es más lo que nos une que lo que nos separa 

Realmente, son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan. Hay realidades que todavía nos dividen, ya que no toda la familia cristiana acepta el ministerio del Papa, algunas Iglesias cristianas no tienen la misma fe en el sacramento de la Eucaristía…, pero sí leemos todos la misma Palabra de Dios, el bautismo es el mismo, la misma caridad…, aunque no nos podemos conformar con ello. Si estamos unidos y todos profesamos la misma fe y celebramos los mismos sacramentos, es mucho más fácil anunciar a Nuestro Señor Jesucristo. 

6. La oración es el centro de estos días 

El ecumenismo es necesario porque, desgraciadamente, la familia cristiana no está unida. Llevamos siglos divididos. Somos muchos los bautizados en todo el mundo, pero en distintas Iglesias, y no practicamos la misma fe. Dentro del ecumenismo, de ese camino a recorrer hacia la unidad, juega un papel muy importante la oración por la unidad, y es lo que hacemos en estos días, desde distintos lugares del mundo y desde distintas perspectivas. 

Es necesario, pues, orar para que se viva con espíritu de fe, una justa disciplina eclesial, como pide el Papa reiteradamente, que solo puede disgustar a los que buscan o tratan de hacer de la Iglesia un nuevo subjetivismo o confundirlo con lo puramente carismático. Os propongo, pues, unas notas para la oración de estos días:

Primera oración 

“En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron” (Jn 1,10-11). Señor, muchos hermanos nuestros no te han conocido. Quizás nosotros tampoco te hemos abierto el corazón de par en par. Ayúdanos a recibirlos plenamente y a sentirnos íntimamente doloridos ante su situación. 

Segunda oración 

“Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron” (Mt 2,11). Señor, los magos de Oriente supieron descubrir en la pobreza de una familia desplazada el misterio escondido de todo un Dios que se nos da. Ayúdanos a descubrir, que es más lo que nos une que lo que nos separa. 

Tercera oración 

“Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: “No tienen vino”. Jesús le dice: “Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora”. Su madre dice a los sirvientes: “Haced lo que él os diga” (Jn 2,3-5). Señor, ayúdanos a tener un corazón como el de tu Madre, que sepa ver las necesidades de los hermanos y obten
gamos con la oración el vino de la unidad. 

Cuarta oración 

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres” (Lc 4,18). Señor, has querido derramar sobre nosotros tu Espíritu para llamarnos a ser instrumentos de unidad de todos los cristianos. 

7.  Orar sin desfallecer 

Se trata de orar, sin desfallecer, como nos encarga el Señor, en una súplica de cenáculo, para que el Señor vuelva a derramar su Espíritu de unidad, de verdad, de discernimiento y de humildad. Escribía San Agustín, no olvidemos “que la soberbia engendra la división, lo mismo que la caridad engendra la unidad”. 

Que este Octavario de plegarias del 2011, por la unión de las Iglesias, sea un tiempo fuerte para alcanzar del Señor estas gracias. 

Reza por vosotros, os quiere y bendice, 

+ Antonio Ceballos Atienza

Obispo de Cádiz y Ceuta

 

   

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