«Su vida y obras tienen plena actualidad en este momento histórico en el que nos urge una nueva evangelización»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Entrevista a D. Jesús Catalá con motivo del doctorado de San Juan de Ávila.

Miles de cristianos han sido reconocidos como santos pero sólo un puñado de hombres y mujeres han sido nombrados doctores de la Iglesia Católica. La proclamación como Doctor de san Juan de Ávila, llamado «apóstol de Andalucía», ha tenido lugar en la Eucaristía de inauguración del Sínodo de los Obispos. Una celebración en la que ha participa la delegación de la Diócesis de Málaga presidida por D. Jesús Catalá. Con motivo de este acontecimiento, el obispo de Málaga D. Jesús Catalá reflexiona sobre la figura del maestro de Ávila explicando qué significa su proclamación como doctor, en qué afecta a la diócesis malacitana su doctorado y si su espiritualidad mantiene plena vigencia para el clero malagueño.

–¿Qué significa que san Juan de Ávila sea proclamado Doctor de la Iglesia?

–Hay que tener presente que para ser declarado «Doctor de la Iglesia» es necesario haber sido antes proclamado «Santo», que implica una experiencia de amor a Dios y a los hombres, vivida en las circunstancias históricas de cada fiel cristiano. En el caso de Juan de Ávila es un gran maestro de la fe, que vivió en la primera mitad del siglo XVI (1500-1569). Cuando la Iglesia declara Doctor a un santo lo propone como modelo de santidad y como maestro, que ha sabido explicar el misterio cristiano, influyendo con su doctrina en la Iglesia universal. Las tres condiciones para ser declarado Doctor de la Iglesia son: Santidad de vida, doctrina eminente e influjo universal. San Juan de Ávila fue un gran escrutador de la Sagrada Escritura, un enamorado de la Eucaristía, fiel devoto de la Virgen, conocedor de los Santos Padres, de los santos y de la cultura de su tiempo. Maestro del espíritu y orientador de muchos santos, contemporáneos suyos, que animaba a vivir el compromiso bautismal con todas las consecuencias. Llevó una vida de oración, sencillez y austeridad. Fue un punto clave en la contrarreforma católica contra los protestantes. Para ser Doctor de la Iglesia es necesario haber profundizado y escrito sobre las verdades de la fe, siendo capaz de exponerlas de modo que sirvan de guía a los demás fieles. Juan de Ávila fue un prolífico y exquisito escritor, que tiene en su haber muchos libros, sermones, pláticas y cartas; y cuya obra importante es el tratado de vida espiritual «Audi, filia». Su vida y sus obras tienen plena actualidad en este momento histórico, en el que nos urge una nueva evangelización. Beatificado por el papa León XIII en 1894, fue declarado Patrono del Clero secular español en 1946 por el papa Pío XII; y, en 1970 fue canonizado por el papa Pablo VI. Ahora el papa Benedicto XVI lo declarará Doctor de la Iglesia el 7 de octubre.

–¿En qué afecta la proclamación como Doctor de san Juan de Ávila a nuestra diócesis?

–Juan de Ávila ejerció su ministerio sacerdotal fundamentalmente en Extremadura y en Andalucía occidental, de modo especial en las diócesis de Sevilla y Córdoba, que fueron testigos de su caridad pastoral, de su predicación, de su dedicación al confesonario, a la dirección de almas y a la catequesis. Pero su influjo llega a las otras diócesis, sobre todo a las del sur español. Su vida de oración, de predicación y de penitencia es ejemplo para todo sacerdote. Decía él que Dios le había puesto para ayudar a los hombres al conocimiento de sí mismos y para hacerles llegar al conocimiento de Cristo, a fin de poder apreciar los tesoros de sabiduría y de amor que se encerraban en aquel pecho divino. Cristo crucificado fue siempre su mejor libro. En 1531 fue procesado por la Inquisición sevillana acusándole de desviaciones doctrinales, de las que fue absuelto. Su estancia en la cárcel fue muy fecunda; allí escribió el «Audi, filia», pero sobre todo, como él mismo refiere, allí se penetró hondamente del misterio de Cristo.

Conocía las Sagradas Escrituras casi de memoria, de tal manera que se decía que si se perdieran o desaparecieran, él sería capaz de recomponerlas de nuevo. Una de las prioridades pastorales de nuestra diócesis, para el presente curso pastoral, es la de profundizar en la Sagrada Escritura mediante el método de la «Lectio Divina». El ejemplo del Maestro Ávila nos puede animar a penetrar en ese manantial de vida. La diócesis de Málaga ha recibido la hermosa herencia de san Juan de Ávila y ha sido fecundada con la doctrina de este gran Santo. La proclamación como Doctor de la Iglesia es un espaldarazo a su espiritualidad, a su doctrina y a su predicación. Todos los fieles de la diócesis malacitana están invitados a conocer a san Juan de Ávila, que ahora es propuesto por la Iglesia como maestro del espíritu con doctrina eminente.

–¿Cuáles son las características de la espiritualidad de san Juan de Ávila, que destacan y que mantienen su vigencia para el clero malagueño?

–Juan de Ávila fue un gran reformador del clero; pensaba que el único camino para la renovación de la Iglesia y de la sociedad era la santidad de vida de los sacerdotes. En esta tarea empeñó sus mejores energías fundando colegios, donde se formaban los futuros sacerdotes, cuya formación no era solo en ciencias humanas, sino sobre todo en virtudes evangélicas y apostólicas;

organizó convictorios sacerdotales; creó una escuela de intensa espiritualidad. Los Memoriales para el Concilio de Trento y para el Concilio de Toledo, sus numerosas cartas, sus pláticas a sacerdotes, y de modo especial su «Tratado sobre el sacerdocio» son una viva exhortación a la santidad sacerdotal. Sus fuentes de espiritualidad son fundamentalmente bíblicas y patrísticas; y para asimilarlas las medita y las madura con la oración ante el Crucificado. La celebración de la Eucaristía y la adoración son momentos intensos en su espiritualidad. La administración del sacramento de la Penitencia es una tarea que se impone con gran dedicación.

En vida mantuvo una relación espiritual con muchas personas, que la Iglesia elevó después a los altares; entre otros: san Juan de Dios, santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola, san Francisco de Borja, san Pedro de Alcántara, san Juan de Ribera y Fray Luis de Granada. Su influjo es también patente en otros santos de época posterior: san Francisco de Sales, san Alfonso Mª de Ligorio, san Antonio Mª Claret. A través de sus escritos y del testimonio de su vida, muchos sacerdotes de hoy pueden acceder a este torrente de espiritualidad sacerdotal. Sus escritos son una luz, que esclarece la vida sacerdotal. El clero malagueño está invitado a beber de la fuente de aguas cristalinas, que manan del ejemplo de vida y de los escritos avilistas, que tan abundantes frutos de santidad han dado. Es nuestro deseo que la proclamación de san Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia sirva para un mayor aprecio de la santidad sacerdotal y para una renovación espiritual de nuestro clero diocesano.

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