3.000 fieles en la Acción de Gracias por la Beatificación de Juan Pablo II

Archidiócesis de Sevilla
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Sede metropolitana de la Iglesia Católica en España, y preside la provincia eclesiástica de Sevilla, con seis diócesis sufragáneas.

El altar de la Nave del Crucero de la Catedral de Sevilla ofrecía esta tarde un detalle novedoso respecto a otras celebraciones que han tenido lugar en este emplazamiento del primer templo metropolitano: una fotografía del beato Juan Pablo II recordaba al pontífice que ha visitado Sevilla en dos ocasiones -1982 y 1993- y que tanta relación ha tenido con la Archidiócesis merced a las beatificaciones y canonizaciones que, durante su pontificado, han tenido como protagonistas a hijos de la Iglesia sevillana.

Unos cien sacerdotes han acompañado a los obispos de Sevilla, mons. Juan José Asenjo y mons. Santiago Gómez Sierra, en el desarrollo de una ceremonia que ha durado hora y cuarenta minutos. Los fieles, unos tres mil según declaró el mismo arzobispo, han asistido a esta Eucaristía de acción de gracias por la recinte beatificación del papa Juan Pablo II. La colecta ha sido destinada a colaborar en la iniciativa de monumento a Juan Pablo II en Sevilla.

Homilía del arzobispo

En su homilía, el arzobispo recordó que tuvo "el privilegio de estar en la plaza de San Pedro aquel memorable 16 de octubre de 1978 en que se iniciaba su pontificado, excepcionalmente dilatado y grande, probablemente el más grande en la historia dos veces milenaria de la Iglesia. Dios, que no abandona nunca la nave de su Iglesia y la dirige invisiblemente por la acción de su Espíritu, nos regalaba en esa tarde un papa providencial, un pastor según el corazón de Dios, el papa que la Iglesia necesitaba en esta hora de la historia del mundo". A continuación, destacó cómo en una época de marcado relativismo ideológico, Juan Pablo II "sintió la necesidad de restaurar las certezas sobre las verdades fundamentales y de iluminar con su Magisterio los más variados temas del dogma y de la moral, prestando así un espléndido servicio a la fe. El fruto más granado de este esfuerzo fue el Catecismo de la Iglesia Católica, auténtico compendio de la doctrina católica y verdadero vademecum para todo fiel cristiano que quiera hoy conocer y vivir las verdades fundamentales de la fe. En su solicitud por todas las Iglesias, Juan Pablo II -añadió- visitó la mayor parte de los países del mundo para anunciar a Jesucristo y confirmar a sus hermanos en la fe, dando así al pontificado una proyección verdaderamente mundial".

Mons. Asenjo subrayó los dos pilares que resumen el pontificado de Juan Pablo II: "Estas claves no son otras que Jesucristo y el hombre, palabras emblemáticas que figuran en el título de su primera encíclica, Redemptor hominis, palabras programáticas que aparecen ya en su primer mensaje a la Iglesia y al mundo en la misma tarde de su elección."¡No tengáis miedo -nos dijo en aquella tarde memorable-. Abrid las puertas a Jesucristo. Sólo El puede salvar al hombre!".

Tuvo también un recuerdo para la última visita del papa a España: "En los instantes finales de la V Visita Apostólica del Papa a España, en la tarde del domingo día 4 de mayo, mientras el Santo Padre estaba recibiendo a la Familia Real en la Nunciatura Apostólica de Madrid, instantes antes de que saliéramos camino de Barajas, un alto funcionario español me definía a Juan Pablo II como “un hombre verdad” y al mismo tiempo me confesaba que el rasgo que más le conmovía del Santo Padre era la autenticidad de su testimonio, autenticidad que sólo los santos saben transmitir. Yo recordé entonces la frase de Pablo VI en la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, que Juan Pablo II reproduce en la encíclica Redemptoris Missio: "El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros, cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y en los hechos que en las teorías".

Sevillanas del adiós

Conforme a lo previsto, los cantos han corrido a cargo de la coral catedralicia, mientras que el organista titular del Cabildo Catedral, José Enrique Ayarra, ha sorprendido a la asamblea al final de la misa con un fragmento de las sevillanas del adiós, que tanto se vincularon con las visitas de Juan Pablo II a Sevilla. Al término de la Eucaristía se ha oído el himno de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), interpretado por los jóvenes voluntarios de las mismas.

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