1º de Mayo 2011, Día Internacional del Trabajo

Comunicado del Secretariado de Pastoral Obrera y del Trabajo de Granada en la festividad de San José Obrero.

El día en que será declarado Beato Juan Pablo II, le recordamos y agradecemos su profunda reflexión sobre el trabajo humano en la Encíclica que hizo pública, el 14 de septiembre de 1981 titulada “Laborem exercens”, en que escribía: «El trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo… la finalidad del trabajo, de cualquier trabajo realizado por el hombre… es siempre el mismo hombre.”

Un año más tenemos que seguir llamando la atención sobre las consecuencias que la crisis económica del sistema financiero nos está haciendo padecer. Una crisis que también es  moral, ética, porque ha hecho cultura y normalidad el individualismo y el hedonismo por encima de la dimensión comunitaria del hombre y ha  configurado un escenario altamente corrosivo para el digno desarrollo de la humanidad y de la vida.

Hoy el panorama que nos encontramos es que cerca de 5 millones de personas están sin trabajo; que son más de 1.300.000 los hogares con todos sus componentes en paro. Mientras tanto, desde 2008 a 2010, los bancos han dejado sin vivienda a más de 200.000 familias y otras 300.000 están amenazadas de perderla en este año.

Los hechos nos dicen que la última reforma laboral no está dando los resultados que se plantearon, por el contrario ha aumentado la vulnerabilidad para las mujeres y los hombres del trabajo, especialmente los más empobrecidos. También vemos con preocupación la reforma del sistema de pensiones, que alarga la edad de jubilación y no favorece la creación de empleo para los más jóvenes, cuyo índice de paro supera el 40 % ¿Cómo alcanzarán los jóvenes un trabajo decente que les permita vivir y alcanzar los años necesarios de cotización?

Hoy podemos seguir proclamando la plena vigencia de la Encíclica Laborem Exercens y su apuesta por la dignidad del trabajador; de la obligada subordinación de la economía al desarrollo de la persona; y del respeto innegociable por toda la persona, imagen de Dios, en cualquier escenario socio-económico que se pueda dar. La encíclica nos dice: la Iglesia está vivamente comprometida en esta causa, porque la considera como su misión, su servicio, como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser verdaderamente la «Iglesia de los pobres». Y los «pobres» se encuentran bajo diversas formas; aparecen en diversos lugares y en diversos momentos; aparecen en muchos casos como resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano: bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo —es decir por la plaga del desempleo—, bien porque se desprecian el trabajo y los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia.

Celebremos el 1º de Mayo renovando nuestro compromiso con la justicia, denunciando personal y comunitariamente a los culpables de la crisis y de la pérdida de trabajo; a los que echan cargas pesadas sobre los más pobres; a los que hacen que muchas personas vivan con angustia, sin seguridad… Pero también anunciando que hay esperanza si somos capaces, junto a otros de organizar y orientar el trabajo productivo para que colabore a la humanización de las personas, ya que el trabajo, por su tenencia o su ausencia, sigue siendo la clave de la cuestión social.

¡Feliz día del trabajo! 

Secretariado de Pastoral Obrera y del Trabajo
Diócesis de Granada  

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