Palabras de gratitud del Vicario General, Fernando Cruz Conde

Diócesis de Córdoba
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La diócesis de Córdoba comprende la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía y es sufragánea de la archidiócesis de Sevilla.

En la eucristía de despedida de Mons. Asenjo. Excelentísimos y Reverendísimos Señores Obispos, hermanas y hermanos todos:
Creo expresar los sentimientos de todos los sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas y fieles laicos, al decirle, querido D. Juan José, que damos gracias a Dios de todo corazón por los muchos bienes y dones que de Él hemos recibido a través de su ministerio pastoral.

Han sido cinco años de intenso y a veces agotador trabajo, tiempo de siembra, pero también tiempo de recoger abundantes frutos. Sin ser minuciosos ni exhaustivos, con una mirada rápida destacan: dos planes pastorales y el directoria de la iniciación cristiana; los estatutos de la curia y sus nuevas instalaciones; tres centros de orientación familiar y las catequesis de preparación al matrimonio; la continuación de las semanas de la familia y de las peregrinaciones a Guadalupe, cada vez más numerosas; los nuevos estatutos de la Catedral y la normativa complementaria al Estatuto Marco para hermandades y cofradías; la actualización del inventario de bienes inmuebles e inscripción en el Registro de la Propiedad y la construcción de nuevos templos como el de Santa Rafaela María o la restauración integral de la parroquia de Santiago de Iznájar, obra que sin su impulso no hubiera podido realizarse; el acuerdo con la Junta de Andalucía y la regularización de todas las pías fundaciones; sin olvidar el semanario Iglesia en Córdoba y su intervención cada domingo en el programa religioso de la COPE, y el programa de SOLEMCCOR de Cáritas.

Todo esto, junto a otras obras que comenzarán en breve, son motivos poderosos para que la Diócesis tenga una deuda de gratitud con su Obispo. Pero entiendo que no son los únicos, ni los más importantes, aunque sean los más visibles. Su cercanía y permanente atención y entrega a sus sacerdotes, alentándolos en las tareas pastorales, haciéndose presente en los momentos de enfermedad o de sufrimiento por la pérdida de seres queridos, animándonos a la santidad, han hecho realidad su deseo de acompañarnos como padre, hermano y amigo. Su constante cuidado de las vocaciones, frecuente presencia en los Seminarios, trato asiduo y profundo conocimiento de los seminaristas, acreditan que, en verdad, sus seminarios han sido la niña de los ojos del Obispo, como tantas veces nos ha repetido. Las asiduas visitas a los monasterios de clausura y los repetidos encuentros con los miembros de la vida consagrada han hecho patente su estima y gratitud por la vida y misión de todos los religiosos y religiosas presentes en nuestra Diócesis.

También es muy notable el vigoroso impulso que ha dado al apostolado seglar. El Instituto Superior de Ciencias Religiosas Victoria Díez, la revitalización de la Acción Católica, las jornadas de católicos y vida pública, los encuentros con los hermanos mayores y consiliarios de hermandades y cofradías, el encuentro con profesores universitarios, el fomento de las actividades del Camino Neocatecumenal, del Movimiento de Cursillos, de los Equipos de Nuestra Señora y de otras muchas asociaciones y movimientos laicales, son buena muestra de un trabajo tenaz a favor de los fieles laicos.

En el horizonte de todos sus esfuerzos y desvelos ha estado siempre el procurar la santidad de todos: clero, religiosos, religiosas y laicos. Celebró el decimoséptimo centenario del martirio de los santos Acisclo y Victoria, patronos de la Diócesis, y están casi terminados los trabajos preparatorios para abrir el proceso de beatificación de los mártires de la Diócesis en el siglo XX, para mostrarnos que la santidad es posible en todo tiempo. Ha puesto todo su empeño en culminar el largo proceso que ha llevado a la aprobación del nuevo Calendario particular y los textos litúrgicos propios de la Misa, del Leccionario y de la Liturgia de las horas, para enseñarnos que el camino de la santidad es el camino de la oración. Por todas estas razones, durante estos cinco años, hemos sentido que teníamos un buen pastor que con el estilo de Jesucristo no quiebra la caña cascada ni apaga el pábilo vacilante, que está dispuesto a gastarse y desgastarse en el trabajo duro, abnegado, constante y silencioso por toda la Diócesis. Por eso hemos elegido como recuerdo y muestra de nuestra gratitud un cayado pastoral, signo de la autoridad del obispo que es la del pastor que está dispuesto a ser el servidor de todos y a entregar su vida por todos como Jesucristo.

Con todo afecto y cariño, en nombre de la Diócesis, le entrego este báculo, pieza de orfebrería heredera de un noble y centenario arte, muy arraigado en nuestra ciudad, que lleva el escudo de Córdoba y remata la imagen de San Rafael, cuya fiesta Usted ha conseguido que sea elevada al rango de solemnidad y cuya vecindad y protección en los momentos difíciles ha agradecido pública y reiteradamente.

Que el Arcángel le acompañe en su nueva singladura pastoral y que Dios le pague todo el bien que ha hecho como sólo Él sabe y puede

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