CARTA PASTORAL DE D. JUAN DEL RÍO MARTÍN

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LA VISITA PASTORAL: UN ACONTECIMIENTO DE COMUNIÓN

 

“… La Visita Pastoral, auténtico tiempo de gracia y momento especial,

más aún, único, para el encuentro y diálogo del Obispo con sus fieles”

(Pastores Gregis, 46).

 

I. No construimos de cero.

 

1. El anuncio de la Visita Pastoral viene enmarcado en la efeméride del veinticinco aniversario de la creación de la diócesis. Además, hace varios días se nos ha comunicado a los obispos españoles que, en el primer semestre del 2005, haremos la visita ad limina Apostolorum, retrasada lleva varios años por motivo de la enfermedad del santo Padre.

 

2. Como podéis percibir, no son asuntos menores ni meramente externos, sino que miran a nuestra ser de Iglesia. Erigir la diócesis de Jerez no fue un acto únicamente administrativo, sino que esta parcela del pueblo de Dios fue reconocida por el Papa como una Iglesia local que, en comunión con las otras Iglesias y el Sucesor de Pedro, forma la única Iglesia de Cristo, depositaria de los grandes tesoros del Evangelio y la tradición apostólica y eclesial, llamada a anunciar al mundo la Buena Noticia de Jesucristo Nuestro Salvador. Y en este contexto eclesial, es mi deseo iniciar la primera visita pastoral como Obispo de esta diócesis desde que sucediera al querido y siempre recordado Mons. Rafael Bellido Caro, nuestro antecesor y su primer obispo.

 

3. Hace ahora cuatro años, con ocasión de mi nombramiento, Dn. Rafael saludaba mi designación como su sucesor con las palabras de la Escritura: “Bendito el que viene en nombre del Señor” . Pues bien, en este tiempo “me he gastado y desgastado” por hacer mío el mandato del Señor Jesús de estar entre vosotros como quien sirve. Así lo he querido expresar en mis visitas a parroquias, conventos, monasterios, Seminario, asociaciones, en el contacto directo con vosotros y con los diocesanos. He predicado a todos y utilizado cualquier medio a mi alcance. He ido haciéndome con el pulso de las instituciones diocesanas y de los otros niveles y, sobre todo, he procurado estar cercano a las alegrías y tristezas de nuestra gente, así como estar atento a los desafíos culturales, sociales y políticos que afectan al futuro de la fe y de la Iglesia. Para ayudar a esta misión, existe en la Iglesia, desde los tiempos apostólicos, lo que se ha denominado la visita pastoral. Pues bien, para ahondar más en este ministerio episcopal encomendado por el Señor para el servicio de todos, creo que ha llegado el momento oportuno de esta presencia especial del pastor en toda la diócesis; me es muy necesario para ello escuchar vuestras opiniones y deseos de cómo realizar mejor este servicio tan propio del obispo y, a la vez, tan necesario para nuestras parroquias.

 

II. El Señor nos ha visitado primero.

 

4. Por ello, se me viene a la mente aquellas palabras del Benedictus: “Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo” (Lc. 1,68). He aquí el gran acontecimiento: Dios no nos ha abandonado, sino que nos ha dado a su Hijo Jesucristo que con su Muerte y Resurrección nos ha librado de la muerte y del pecado. Esta es la radical y original visita desde donde arranca el significado de toda vista pastoral como tarea apostólica y evento de gracia para las comunidades e instituciones que la reciben. Así, el Obispo con su grey ponen su mirada en el “supremo Pastor” (I Pe. 5,4) y guardián de nuestras almas (I Pe. 2,25), Cristo el Señor que ha visitado a su pueblo con la paz. Por eso, la visita pastoral es el momento en el que se pone más en evidencia la comunión eclesial, y el Obispo “ejerce más cerca de su pueblo el ministerio de la palabra, la santificación y la guía pastoral, en contacto directo con las angustias y las preocupaciones, las alegrías y las expectativas de la gente, con la posibilidad de exhortar a todos a la esperanza”1. Es el momento de dar prioridad a las personas, comenzando por los sacerdotes y teniendo contacto directo con los más necesitados de cada feligresía

 

5. Somos conscientes de que en la visita pastoral los aspectos pastorales y espirituales tienen que primar sobre las cuestiones meramente administrativas, pero no olvidemos lo que nos dice el Señor Jesús, que “aquel que es fiel en lo poco también lo será en lo mucho” (Lc. 16,10). De aquí que el obispo, como “vigilante de la fe”, no es un burócrata o alto funcionario de una macro empresa, sino que ha de ser reconocido por los fieles como “el que viene en nombre del Señor” para pregonar el Evangelio. Sin embargo, eso no invalida que “la visita le permita, además, examinar la eficacia de las estructuras y de los instrumentos destinados al servicio pastoral, dándose cuenta de las circunstancias y dificultades del trabajo evangelizador, para poder determinar mejor las prioridades y los medios de la pastoral orgánica” .

 

III. Naturaleza y fundamento de la visita pastoral.

 

6. La visita pastoral no es una inspección como las que tienen lugar en algunos ámbitos de la vida social y laboral, aunque uno de los significados etimológicos de la palabra griega “epíscopos” sea precisamente el de vigilante de la fe. No obstante, a lo largo de los siglos de la iglesia esta palabra se ha visto enriquecida en su estilo y ejecución. Después del Vaticano II hay todo un replanteamiento que mira más a los orígenes del ministerio apostólico, siguiendo el modelo de las primitivas iglesias cuando eran visitadas por los apóstoles y sus sucesores (cf.Hech. 8,14-15; 11,22-24; 18,23, etc.). Teniendo en cuenta estos orígenes, la visita pastoral contribuye así a proyectar sobre las parroquias y los grupos eclesiales los rasgos propios de aquellas comunidades, cuyo distintivo era la perseverancia en la doctrina de los apóstoles, en la fracción del pan, en la comunión y en la oración (cf. Hech. 2,42; 4,33-35). Por lo tanto, la visita pastoral, siendo una acción apostólica, debe estar animada por la caridad pastoral y expresa la misión episcopal como principio y fundamento visible de la unidad en la Iglesia particular.

 

7. De aquí que el Código de Derecho Canónico recuerde que : “el obispo tiene la obligación de visitar la diócesis cada año total o parcialmente, de modo que al menos cada cinco años visite la diócesis entera, personalmente o, si se encuentra legítimamente impedido, por medio del Obispo coadjutor, o del auxiliar, o del Vicario General o episcopal, o de otro sacerdote” (c. 396,1); y que “Están sujetos a la visita episcopal ordinaria las personas, instituciones católicas, cosas y lugares sagrados que se encuentran dentro de la diócesis” (c. 397,1).

 

IV. Actitudes que requiere la Visita pastoral.

 

8. La visita pastoral requiere una adecuada preparación por parte de los sacerdotes y fieles. El mismo obispo deberá disponerse adecuadamente preparándose con anticipación sobre la situación socio-religiosa de las comunidades a visitar. Para todo ello, búsquense los medios más necesarios para animar pastoral y espiritualmente a nuestras comunidades. Es muy importante que tanto la preparación como la celebración de la misma se ha de mover dentro de la espiritualidad de comunión que el Papa ha propuesto para toda la Iglesia en la Carta Apostólica Novo Millenio Ineunte (nº. 43-45): “antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, las personas consagradas y los agentes pastorales, donde se construyen las familias y las comunidades” (nº 43).

 

9. Pensamos que la visita pastoral debe desarrollarse dentro de un clima de sencillez y cercanía, de bondad y afabilidad, de prudencia y caridad. Todos hemos de guiarnos por las actitudes de Cristo, Buen Pastor, que no vino a ser servido sino a servir (Mt. 20, 28). Deseo que veáis la visita pastoral como un servicio de ayuda por mi parte a todos los que trabajáis apostólicamente en cada uno de los lugares de la diócesis. En su realización se tendrá presente lo que marca el Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos (Roma 2004, nº 221) y las posibilidades de tiempo y lugar. Para ello, será muy importante que se prepare la visita por parte del párroco y la comunidad parroquial, sirviéndose de la guía que para este momento se ha confeccionado. Resalto la importancia del encuentro personal del obispo con el párroco.

 

10. La visita pastoral debe ser expresión también de la fraternidad sacramental que une al Obispo con los presbíteros y diáconos, y a todos éstos entre sí, dentro del ámbito de nuestra Iglesia diocesana. En la visita pastoral se nos ofrece una buena ocasión para intensificar nuestras relaciones en base “a una confianza sincera, una amistad cordial, un verdadero esfuerzo de armonía y una convergencia ideal y programática que no quita nada a una inteligente capacidad de iniciativa personal y empuje pastoral”4. Por este motivo, la evaluación de la marcha pastoral de cada parroquia hemos de hacerla dentro de este espíritu de comunión y de corresponsabilidad, y con la mirada puesta en el mejor servicio a la diócesis.

 

11. El momento más importante de la visita pastoral y el que define las actitudes básicas con las que se ha de desarrollar, lo constituye la celebración de la Eucaristía, “fuente y culmen de toda la vida cristiana” (LG, 11; SC 10), y centro y principal manifestación de la Iglesia local (cf. LG 26; SC 41-42; PO 5). Ese momento cumbre de la visita pastoral expresa la unidad del cuerpo de Cristo. Por eso nos recuerda Juan Pablo II en la encíclica Ecclesia de Eucharistia:

 “mediante la comunión del cuerpo de Cristo, la Iglesia alcanza cada vez más profundamente su ser en Cristo como sacramento o signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano…La Eucaristía, construyendo la Iglesia, crea precisamente por ello comunidad entre los hombres” (nº 24).

 

Imploro de Santa María, Madre de la Iglesia, que me dé un verdadero corazón de padre y pastor para poder llevar esta misión entre vosotros. Ahora ruego que habléis con libertad y caridad para que la visita pastoral sea una ocasión de crecer entre nosotros y para potenciar al máximo la nueva evangelización.

 

 

+ Juan del Río Martín

Obispo de Asidonia-Jerez

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