Coincidiendo con la festividad de San Pelagio, el Seminario Mayor ha celebrado la fiesta de su titular con una eucaristía de rito hispano-mozárabe presidida por el Vicario General de la Diócesis, Antonio Prieto.
El Vicario General de la Diócesis, Antonio Prieto, ha presidido esta mañana una eucaristía de rito hispano-mozárabe, en la capilla del Seminario Mayor para conmemorar la fiesta de San Pelagio, en la que han estado presentes rectores, formadores y seminaristas del Seminario Mayor y Menor San Pelagio, así como del Seminario Redemptoris Mater San Juan de Ávila y demás sacerdotes y fieles vinculados a los estudios teológicos.
En este día se ha conmemorado al que fue martirizado durante el califato de Abderramán III con tan sólo catorce años precisamente donde hoy en día está ubicado el Seminario Diocesano. En su homilía, el Vicario ha explicado el significado de la liturgia mozárabe, que nos introduce “en una impresionante plegaria de sabor martirial”. “San Pelagio es una estrella que brilla en el firmamento como un poderoso intercesor, capaz de liberarnos de nuestras esclavitudes y de acercarnos a Dios”, ha indicado pidiendo a los presentes tener en cuenta la vida de San Pelagio, un testimonio impresionante de un niño mártir que no cedió a los vicios, a los pecados, que mantuvo por encima de todo la castidad, a pesar de los deseos perversos del califa, y que tuvo claro en todo momento su fe: “Fui cristiano, he sido cristiano y soy cristiano, no temo a la muerte”. Por ello, el Vicario ha invitado a los fieles y seminaristas a poner en el altar una plegaria de nuestro corazón a Dios, “porque esa plegaria la va a llevar el santo patrón del Seminario al cielo”. “San Pelagio es un testigo de fortaleza heroica y ejemplo para nuestros días porque en los tiempos en los que vivimos, sin heroísmo no hay virtud”, ha asegurado.
Asimismo, Antonio Prieto ha querido dar gracias a Dios por el don de San Pelagio, por el final de curso, por las vacaciones y por las próximas ordenaciones. Además, ha instado a los fieles a pedir perdón por las faltas de correspondencia a la gracia. “No endurezcamos el corazón. Pidamos el don de la santidad, especialmente, para esta casa tan querida, una casa santa de formación donde está el corazón de la Diócesis y las pupilas del Obispo”, ha concluido.