Magnífica mañana para reunirse la del sábado 30 de marzo, con aire festivo de primavera radiante, para congratularnos y dar gracias al Señor por todo lo que nos regala a diario y desde siempre.
Memorable ultreya con la que clausuramos el segundo trimestre de este curso académico. En ella queremos bendecir los pies de los que anuncian el Evangelio. Siempre lo hacemos y hoy de una manera especialmente cordial. Hemos sacado de su retiro, casi monacal, a nuestro consiliario, pastor y amigo don Leovigildo Gómez Amezcua. Es necesaria su presencia. Se trata de centrar en su persona, en su vivo testimonio de servicio a la Iglesia, indesmayable a pesar de sus muchos años, el cariñoso homenaje que se merecen los que, como él, entregan su ser, sin reservas, a anunciar a Jesucristo resucitado
Tras la bienvenida de la familia que nos recibe en su casa, Maricarmen y José Luis Ferreira, comenzamos la jornada con el rezo de Laudes. Nos ponemos en las manos del Señor y le agradecemos expresamente el regalo de sus sacerdotes. Hacemos un ligero repaso del Movimiento de Cursillos en nuestra diócesis, así como de su sobria actualidad.
Le sigue el momento crucial de los testimonios. Las miradas y los corazones escuchan el rico testimonio de D. Leo que completará con proyección de fotos de antes y más recientes. Todo un enjundioso recorrido por los años de Cursillos en la diócesis, desde la mitad del siglo pasado hasta nuestros días.
A continuación se le presenta y entrega un libro, en foto impresión, en el que queda reflejada en imágenes la trayectoria personal desde la infancia hasta su copiosa madurez. Se trata de una sorpresa para D. Leo. Preside la portada del libro una foto suya, ante un micrófono, en una de sus innumerables alocuciones; debajo un fondo de naturaleza y horizonte ilimitado. Separando o mejor uniendo ambas partes, superior e inferior de la fotografía, un rótulo entre signos de admiración:
¡Qué hermosos son sobre los montes
los pies del que anuncia el Evangelio!
A continuación, la manifestación espontánea de los asistentes. También algún ausente envía sus palabras de admiración a “la valentía de D. Leo para el trabajo y a su sencilla ejemplaridad”. No pueden faltar las emocionadas palabras del veterano nonagenario Mario García con quien se tiene también un detalle y el cariño de todos.
Palabras de agradecimiento del presidente Ambrosio a todos y cada uno de los participantes a esta acción de gracias. A los sacerdotes presentes, al presidente del Secretariado de Cursillos de Almería, y amigo, Juan Manuel Góngora y señora y a la generosa hospitalidad de José Luis Ferreira y señora.
Finalmente, mediante una carta, le es imposible su presencia física, el sr. obispo se introduce en nuestra ultreya, para bendecir con nosotros todos y cada uno de los pasos del sacerdote.
D. Francisco Jesús conoce muy bien, desde dentro, la esencia, la feliz dedicación que significa vivir en la Iglesia, en Cursillos, como sacerdote y ahora como obispo reciente entre nosotros. Por eso le es fácil elogiar y bendecir los muchos años de entrega de don Leovigildo.
Le siguen momentos de oración, en manos de María, y continuamos el encuentro festivo que esta familia nos tiene preparado con su exquisita amabilidad y brisa campera. Abundantes aperitivos, pero, sobre todo, el sabrosísimo arroz en el que José Luis ha volcado todo el entusiasmo de amigo nuestro y, especialmente, su experiencia de padre de una gran familia numerosa.
Con entusiasmada y larga sobremesa finalizamos esta jornada que el Señor nos ha querido regalar.
José Luis Campoy