Con una procesión claustral de la imagen de la Inmaculada, portada por los miembros de la Cofradía de la Buena Muerte, comenzaba la Eucaristía, en la Santa Iglesia Catedral de Jaén, en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María.
Durante la Santa Misa, que estuvo presidida por el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro, cuatro seminaristas, de cuarto y quinto curso, recibieron los ministerios de Acólito y Lector.
Acompañados por algunos formadores del Seminario, sus párrocos, miembros del Cabildo Catedral y otros sacerdotes diocesanos, así como por sus familias y amigos, los seminaristas vivieron con alegría la celebración eucarística en la que le fueron conferidos esos ministerios.
Precisamente, los familiares y amigos de estos seminaristas, fueron los encargos de las lecturas.
Tras el Evangelio, proclamado por el diácono Miguel Conejero, el Rector del Seminario, D. Juan Francisco Ortiz, llamó a los candidatos al Lectorado y al Acolitado, que se presentaron ante el Pastor diocesano.
Homilía
Don Amadeo quiso iniciar su homilía haciendo referencia a la Solemnidad de la Inmaculada Concepción y recordó que “hoy celebramos que en el corazón de Dios, María causó un amor especial. Estamos celebrando un privilegio de María, que solamente podía conceder aquel que la ama y que deseaba que la humanidad volviera a recuperar la dignidad original y la belleza original con la que nos había creado”.
Asimismo, el Obispo insistió en que todos los cristianos tenemos una misión que nos encomienda Dios. “Debes de hacer cosas en favor de los demás, en favor del mundo y en favor del proyecto de vida que queramos construir. Pero no te olvides que en ese proyecto de vida: en el matrimonio, en el trabajo, en la convivencia familiar, en la educación de los hijos, en el sacerdocio, en el diaconado… Dios tiene una misión para ti”. “La misión -señalaba el Prelado- es, con una vida santa, con una vida según el Evangelio de Cristo que es nuestra vocación, sacar hacia fuera, proclamar y decirle al ser humano, al hombre que vive al margen de la fe y de Cristo, que él también tiene una misión”.
En este sentido, afirmaba que los cuatro seminaristas, que iban a recibir los ministerios de Acólito y Lector, han demostrado tener una clara conciencia de su misión. “Vosotros estáis dando pasos importantes en vuestra vida, pero no os olvidéis de ser presencia de Cristo en medio del mundo. Vais a ser consagrados para ser otros Cristos en medio del mundo, para hacer presente a Jesucristo. Y todos los pasos que estáis dando están encaminados hacia esa misión”.
Don Amadeo continuaba recordándoles que su misión “ahora tiene que ser fortalecida”. En primer lugar, “con una lectura y una escucha atenta y profunda de la Palabra de Dios, que es donde se va fraguando nuestra propia personalidad en Cristo”. Y en segundo lugar, explicaba que “naturalmente, donde nos conformamos todos en Cristo siempre, donde Cristo se hace más fecundo y activo es cada vez que celebramos la Eucaristía. Al celebrar la Eucaristía recibimos todos los bienes de Dios, que se han manifestado en Cristo Jesús”. Por eso, continuaba: “vosotros acólitos, colaboraréis en el altar, distribuiréis la comunión… Pero no os olvidéis de todo lo que tiene que suceder en vosotros cada vez que participáis en el culto cristiano y, de un modo especial, en la Eucaristía”. “Todo eso es enriquecimiento para que vuestra vida sea cada vez una vida en Cristo. En definitiva para que en la vocación vosotros caminéis hacia la santidad”, sentenciaba.
Rito de admisión a las Sagradas Órdenes
Al terminar la homilía, Antonio José Blanca Ortega, al que se le iba a conferir el ministerio de Lector, se presentó ante el Obispo y se arrodilló ante él, para recibir de sus manos los santos Evangelios.
A continuación fueron Francisco Javier Cova Martínez, Antonio Guerrero Quesada y Jesús Llopis Olivera quienes se arrodillaron ante el Pastor diocesano para recibir de sus manos la patena con el pan. Los nuevos acólitos participaron en el servicio del altar, después de serle conferido su ministerio. Asimismo, en la Comunión, distribuyeron el Cuerpo de Cristo en el pueblo fiel.
La Eucaristía concluía tras la bendición apostólica con indulgencia plenaria y el canto de la Salve Regina.
Posteriormente, los seminaristas, los formadores y el Obispo se hicieron una foto de familia a los pies del altar. Ya en la Sacristía, cada uno de los seminaristas se hizo una foto con Don Amadeo y sus familiares.
Igualmente, la Junta de Gobierno de la Cofradía de la Buena Muerte también quiso posar junto al Prelado.
Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.