Nuestra diócesis contará el próximo curso con dos nuevas familias del Camino Neocatecumenal en misión

Uno de los frutos más hermosos de los cincuenta años de existencia recién cumplidas de las Comunidades Neocatecumenales es el de las familias misioneras que, dejándolo todo (casa, trabajo, ciudad y nación), se ponen al servicio de la Iglesia para ir allí donde los Obispos han solicitado su presencia. Esto es precisamente lo que hacen las familias que forman una missio ad gentes y nuestra diócesis contará con dos nuevas familias de este movimiento eclesial en misión el próximo curso. Nuestro obispo, José Vilaplana, los enviará en unos días. Una de ellas camina en Chucena y viajará con destino a Finlandia, mientras que otra, con la que hemos hablado, camina en la parroquia de San Leandro de Huelva y partirá con destino a París. se trata de la familia Velázquez Medina:

“Seguir al Señor es con mucho lo mejor”

El Papa Francisco con la más pequeña de la casa, Carmen, en los brazos durante la visita realizada recientemente al Vaticano.

Cinco hermanos: Ana, Manuel, Sara, Clara y Carmen.

¿Qué significa y qué implica ser una familia en misión?

Somos una Familia normal y corriente, que pertenecemos a la Iglesia Católica, y que seguimos nuestro camino de fe en la Parroquia de San Leandro de Huelva, en una Comunidad Neocatecumenal, ahí ha surgido nuestra vocación de Familia Misionera, respondiendo al Señor “por todo el bien que nos ha hecho”. Como gratitud a su amor, misericordia gratuita, nos sentimos llamados a dar testimonio con nuestra vida de que somos cristianos y queremos ir allí donde la Iglesia nos mande para ayudar a la Iglesia local. En concreto formamos parte de la “Misión ad gentes” de la Rochelle, donde fuimos enviados por los responsables Internacionales del Camino Neocatecumenal.

¿Por qué habéis tomado esta decisión? El Papa habla de salir a las periferias.

Esta decisión fue poco a poco madurando en nosotros en el seno de nuestra comunidad y de nuestra parroquia, también ayudados por el discernimiento de nuestros catequistas que durante varios años y con distintas reuniones nos fueron guiando hasta llegar a una convivencia Internacional con Kiko Argüello donde fuimos dispuestos a ir a cualquier parte del mundo y allí salimos para La Rochelle una diócesis del oeste de Francia.

¿Por qué allí? Fue el Obispo de esa diócesis el que pidió al Camino Neocatecumenal esta realidad nueva que, aunque novedosa, ya lleva unos cuantos años de experiencia y hay hermanos por todo el mundo. Toda misión ad gentes está formada por 4 ó 5 familias con sus hijos, por supuesto, y un presbítero que van a zonas descristianizadas para vivir nuestra fe en medio de la gente, en el trabajo, en la escuela, en la plaza del pueblo, en todas partes…

Fue el Papa Francisco el 5 de mayo de 2018 en Roma en la celebración del 50 aniversario del Camino Neocatecumenal, quien nos envió a esta misión entregándonos un crucifijo y dándonos su bendición.

Se trata de un cometido que exige la madurez en la fe de la familia, una fe que vivís en el Camino Neocatecumenal…

Bueno, nosotros formamos parte de una Comunidad Neocatecumenal, como os hemos dicho, y nosotros actuamos libremente, pero no solos, sino que son nuestros catequistas los que nos están ayudando a discernir y a madurar esta vocación. Esto se hace con reuniones periódicas. Nosotros llevamos más de cuatro años madurando esta vocación, pero se puede decir que el origen de la misma está en nuestra comunidad en la que cada semana vivimos nuestra fe a la luz de la Palabra de Dios, de la Eucaristía y de los demás sacramentos. Como exhorta San Pablo en una de sus cartas “Caritas Christi urget nos”, nosotros no queremos vivir más para nosotros mismos sino para Aquél que murió y resucitó por nosotros.

¿Hasta qué punto es una opción arriesgada si se confía en la providencia?

La gente que no está en la comunidad nos tacha o de locos o de valientes, pero yo creo que ni una cosa ni otra. Es verdad que tenemos que dejar tanto mi mujer como yo nuestros trabajos y que llegando a Francia nos apuntaremos al paro y tendremos que buscar trabajo, pero la vida no nos viene de eso, así que tenemos “la certeza” de que el Señor no nos dejará solos y nos dará lo que nos conviene. Que tendremos precariedad, seguro, viviremos más estrechamente que aquí, pues sí o no. Pero a nuestros hijos le estamos diciendo con la vida más que con las palabras que Dios es lo primero y lo demás viene por añadidura, estamos seguros de que no nos faltará de nada: “Dios proveerá”.

A nivel más humano. ¿Existen miedos e incertidumbres relacionados con la vida familiar y con los hijos?

Respecto a mis hijos y a la vida familiar, ellos son pequeños. La mayor tiene 9 años, después 7, 5, 4 y dos meses la más pequeña, pero da gusto oírlos a ellos con la ilusión que dicen que van a ser misioneros y la madurez que todo este acontecimiento familiar les ha dado. Con respecto a mi esposa, nos ha unido muchísimo y hemos visto que seguir al Señor es con mucho lo mejor.

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