Inmaculada Alva es doctora en Historia y Teología e investigadora del Centro de Documentación y Estudios Josemaría Escrivá de Balaguer de la Universidad de Navarra. Hace unos días visitó Málaga para hablar sobre “Mujeres que rompieron barreras”.
Mujeres que rompieron barreras, ¿quiénes fueron estas mujeres?
Me remito a los años 40, en los que la mujer tenía muy pocas posibilidades de desarrollarse profesionalmente fuera del hogar. Sus opciones eran casarse o ingresar en un monasterio. Las mujeres a las que yo me refiero tienen inquietudes espirituales, de entrega a Dios, y encontraron en el Opus Dei su lugar de apostolado y de santificación. Son mujeres normales y corrientes. Por ejemplo, Narcisa González Guzmán, que tenía 32 años cuando conoció la Obra. Una mujer que sabía idiomas, conducía (cosa rara para una mujer de la época), practicaba deportes… Se puso a la cabeza de cada actividad apostólica que se comenzó la Obra durante los años 40, y en 1950 tuvo la osadía de viajar a Estados Unidos a comenzar allí la Obra. O por ejemplo también Piedad de la Cierva, de las primeras agregadas del Opus Dei. Era científica y llegó a estar nominada a Premio Nobel. O Lourdes Díaz-Trechuelo, que fue mi maestra y directora de mi tesis doctoral.
Mujeres que rompieron y testimonios conocidos por usted.
Así es, a alguna he conocido y de otras he utilizado las cartas que se dirigían unas a otras y los diarios de los centros del Opus Dei, en los que ellas mismas cuentan con qué sufrían y con qué se emocionaban, cuáles eran sus aspiraciones e ilusiones.
¿Qué barreras rompieron?
Para entender las barreras que rompieron hay que situarse en la situación de la mujer en los años 40 en España, regida por el Código Civil del siglo XIX. La mujer se encuentra bajo la potestad del marido o del padre, a quienes les tenía que pedir permiso para todo: abrir una cuenta corriente, viajar, comenzar un negocio… Además, se entendía que el sitio de la mujer era solo el hogar. Muy pocas podían acceder a estudios universitarios. Las barreras que rompieron fue comenzar en una institución nueva, de la que se sabía muy poco y en la que su mayoría de miembros eran laicos. Una institución en la que se hablaba de que la mujer se podía santificar en el trabajo como arquitectos, ingenieros, médicos, abogados… ellas se ilusionan con ese proyecto, que no era algo previsto para las mujeres de esa época. Fueron mujeres que rompieron barreras porque hicieron cosas que no eran propias de las mujeres en aquella época.
¿Cree que es posible el feminismo?
Pienso que sí. Es más, yo me considero feminista, pero hay muchos tipos de feminismo. De hecho, como el feminismo ha tenido connotaciones negativas, hay muchas mujeres que, en realidad, son feministas, porque están buscando la igualdad de oportunidades, de derechos entre hombres y mujer, de promoción de la mujer, pero no se quieren identificar con ese concepto de feminismo radical que busca un antimasculinismo. Yo soy feminista de la diferencia, es decir hombres y mujeres somos iguales en cuanto a los derechos, pero somos distintos físicamente, en la forma de pensar… tenemos tareas diferentes, pero no hay unas que sean más importantes que otras. Es necesario que sigamos avanzando hacia una sociedad en la que hombre y mujer estén más integrados. A esto hay que unir la situación de las mujeres en muchos países en los que hay mucho por hacer y ese feminismo de la diferencia es el que de verdad defiende a la mujer.
¿Qué imagen de la mujer tuvo el Fundador del Opus Dei?
Tuvo una imagen muy novedosa y pionera. San Josemaría, cuando piensa en las mujeres de la Obra, piensa en ella dedicadas a la empresa, a la política, a la cultura, a la Universidad… Nos encontramos con un sacerdote que considera que es necesario que la mujer se vea en todas esas tareas para darle el carácter femenino. Además, también resalta el papel tan importante de la mujer en el hogar y la familia, sin olvidar que el hombre también es responsable del hogar, de la educación de los hijos. La conciliación familiar, que ahora nos parece lo más normal del mundo, ya la defendía san Josemaría.
Imparte clase en la Universiad de Navarra, una asignatura que se titula “La mujer en la Historia”. ¿Ha evolucionado nuestra misión?
En la Historia ha habido muchas etapas. Formo parte de una corriente de investigación con la que tratamos de hacer visible lo que las mujeres han hecho en la historia porque han estado ahí, sin olvidar que, como la historia ha sido escrita fundamentalmente por hombres, las mujeres hemos sido invisibles. Cuando una ahonda en la historia, descubre que, en la Edad Media, las mujeres trabajaban, los médicos eran en su mayoría mujeres, había gremios que eran femeninos. Los conventos y monasterios eran centros de cultura. En el Renacimiento nos encontramos con mujeres que estuvieron facilitando la civilización. Y qué decir de las mujeres pintoras del siglo XVII, aunque sus cuadros se atribuyeran a otros autores. Después de la Revolución Francesa, cuando se fue conformando la sociedad burguesa, hubo un retraímiento de la mujer. Lo público era para el hombre y lo privado para la mujer. Desde el siglo XIX hasta ahora hemos avanzado, la mujer se ha incorporado al trabajo, a la educación… pero hay mucho por hacer. Todavía seguimos en una sociedad que está conformada según una estructura masculina. Ahora la mujer tiene que ser una “superwoman” que lleve la casa, un trabajo fuera de casa, los niños, los médicos, el colegio… Hay que hacer una sociedad más integradora en la que la mujer pueda desarrollar esas capacidades sin tener que renunciar ni al hogar ni al trabajo y en la que el hombre también se integre ahí. Cambiar el estilo de trabajo. Estas son las cosas que cuento en esta asignatura.
Encarni Llamas Fortes