FIRMAS. Artículo de la directora de la casa de Acogida Colichet para enfermos de sida de Cáritas Diocesana, Paqui Cabello.
Colichet celebra su XXV anivesario bajo el lema «Vive, sueña, vuela». El 29 de abril, a las 12.00 horas, el obispo de Málaga preside la Eucaristía en la Casa Colichet.
Desde que Dios me concedió la dicha de estar en la casa de acogida para enfermos de sida Colichet, he tenido oportunidad de vivir intensamente cada Cuaresma, y siempre desde una búsqueda constante hacia un destino seguro que es la Pascua de Resurrección. Una Resurrección en la que Colichet vive continua y diariamente, gracias a los pobres y enfermos que son los que nos alientan y animan a volver a Dios de todo corazón. No podría entenderse de otra forma.
Aquí, nadie tiene que recoger las migajas de la mesa de nadie, como ocurría en la parábola del pobre Lázaro. Todos nos sentamos a celebrar juntos en la misma mesa. Nuestra Cuaresma es un grito desesperado para recuperar la dignidad de las personas, acompañarlas en el camino, acercarlas a los milagros y vivir las bienaventuranzas.
Qué suerte la nuestra, que Dios se hizo hombre y pasea por los jardines de nuestra casa: a veces con muletas, otras con andador, y otras en silla de ruedas. Ese hombre se reconcilia consigo mismo, con sus seres queridos, con sus iguales, con el entorno. Se siente querido, empieza a querer a alguien más que a sí mismo. Riega el jardín, planta flores y las ve florecer. Disfruta de sus olores y empieza a sentir el don de la vida, la mano de Dios. Ora y se acerca a la Eucaristía, que siempre estuvo ahí, pero que hasta ahora carecía de sentido.
A ese hombre, que sufre en silencio, se le curan las heridas, se le enjugan las lágrimas, se le calma la sed. Esa es la labor de los que trabajamos en esta casa.
El rostro de Cristo se nos presenta en cada una de las personas a las que atendemos y cuidamos. No es necesario que sea Cuaresma para abrir las puertas de nuestro corazón a los más débiles, pero sí que es un momento muy favorable para aquellos que aún no hayan descubierto lo que nos dice el papa Francisco en su Mensaje para la Cuaresma: que el otro es un don, y verdaderamente lo es.
No vivimos la Cuaresma de forma diferente sino intensamente.