Un discurso habitual es la secularización de la sociedad, la pérdida de Dios en la vida cotidiana de las personas, convirtiendo a hombres y mujeres en superhéroes que, a la hora de la verdad, no todo lo pueden. Sin embargo, el primer domingo de Cuaresma nos trae la otra cara de la moneda: el rito de admisión de catecúmenos, es decir, gente que decide recibir los sacramentos de iniciación cristiana en la edad adulta y pasar así a ser miembros de la Iglesia.
Los motivos que les llevan a tomar esta decisión a una edad más avanzada son varios: personas adultas que piden el bautismo para entrar en la Iglesia, adultos ya bautizados que no recibieron la iniciación cristiana completa o personas adultas que necesitan retomar un camino de reiniciación para profundizar y fortalecer su fe.
En nuestra diócesis, la acogida de catecúmenos tendrá lugar el próximo domingo, día 5 de marzo, en una celebración que será presidida por nuestro obispo, José Vilaplana –sólo el Obispo o alguien designado por él puede bautizar a adultos-, a las 11.00 horas, en la Santa Iglesia Catedral.
El catecumenado se desarrolla en cuatro etapas que se van desarrollando a través de diferentes ritos: el de entrada en el catecumenado, el de elección de la persona y el de celebración de los sacramentos.
El precatecumenado es un momento dedicado al anuncio de Jesucristo para que la persona madure el deseo de seguirlo. Ya en la etapa del catecumenado, quienes desean ser cristianos manifiestan su voluntad de ser bautizados. La purificación e iluminación se inicia el primer domingo de Cuaresma con el rito de admisión y es el momento en que los catecúmenos se preparan para celebrar los sacramentos, que reciben en la Vigilia Pascual. Por último, se conoce como mistagogia. Una vez que se ha vivido la experiencia de preparación para la vida cristiana, se introduce a la persona en el misterio que se ha celebrado. Es una etapa muy importante que se prolonga hasta Pentecostés.