Más de seis mil personas en situación de pobreza, sin techo y excluidas socialmente se dieron cita en Roma del 11 al 13 de noviembre con motivo de la clausura del Año Jubilar de la Misericordia.
A la cita acudieron las Hijas de la Caridad representadas por un grupo de 26 personas, entre ellas cinco hermanas y tres seglares que acompañaron al grupo de personas en situación de exclusión que se encuentran acogidas o son ayudadas desde diferentes centros en España.
“Para los participantes la experiencia ha sido todo un sueño –explica una de estas religiosas-, un regalo inexplicable por el que no han parado en todo momento de expresar gratitud, además de la que sienten por el trabajo realizado por todos los voluntarios que les atienden”. Estas personas sin hogar han vivido de manera “intensa y emotiva” el encuentro con el Papa y el encuentro entre ellos mismos, “recalcando haberse encontrado en todo momento entre miembros de una verdadera familia”.
Para los acompañantes, “estas personas han sido una lección de grandeza, humildad y solidaridad, no sólo por su capacidad de sobrevivir a situaciones tan adversas y, a veces inhumanas, también por su entrega y ayuda a todo el grupo, por su generosidad y su gratitud”.
De este encuentro destaca el momento en el que el pontífice pidió perdón a los presentes, “en nombre de los cristianos que ante una persona en situación de pobreza, miran hacia otro lado”. El Papa fue claro en sus expresiones: “Sueñen con que el mundo puede cambiar y esto puede nacer del corazón de todos ustedes”. También recordó que “la solidaridad es uno de los frutos que nos da la pobreza” y que ésta “hace sentirte solidario y te hace extender la mano a quien está peor”. Por último, el Obispo de Roma animó a ser ejemplos de paz.
